Parte única

101 14 1
                                    

—¿Cuándo me dormí? —susurré al despertar.

No sabía el por qué, pero me sentía en extremo cansado y con un intenso dolor de cabeza que me adormecía el cuerpo entero, pues era lo único que podía sentir desde que desperté.

Abrí los ojos algo atolondrado, no había luz en aquella habitación desconocida, pero por alguna razón sabía que el apagador no estaba lejos. Estiré el brazo a mi izquierda tanteando la pared en busca del interruptor, en cuanto mis dedos lo acariciaron, lo presioné y la luz me cegó un instante. Me llevó un par de segundos adaptarme a la claridad y fue entonces cuando lo vi.

No estaba solo.

Al girarme pude identificar a la persona a mi lado, mi compañero de trabajo y mejor amigo; Sanha. A primera vista, parecía estar dormido y en calma, sin embargo, la enorme mancha rojo vino que pintaba la sábana demostraba que no era así. 

Sangre. Mucha sangre.

El hedor a muerte invadía la habitación.

No podía recordar lo que había sucedido ni tampoco conseguía moverme. Estaba paralizado. Sentí que me faltaba el aire, las manos me sudaban y antes de poder retenerlo, un grito trepó por mi garganta al mismo tiempo en que mis extremidades al fin reaccionaban, alejándome de él. Caí al suelo, pero no me importó el dolor momentáneo de la caída.

El horror me ahogaba.

Su cabello, antes rubio, le cubría la cara. La palidez que alcanzo a entrever en él me aterra. Llevé mis manos a mi rostro, pero la pesadez y el color en ellas me hizo correr hasta el baño. Tras entrar, abrí la llave del agua y froté con fuerza mis palmas, quería eliminar todo rastro de ese líquido rojo. No me detuve hasta que me empezaron a arder y la sangre fue reemplazada por el rojo vivo de mi piel; no obstante, no le cerré al paso del agua y la dejé correr. Fue la única cosa que me dio calma.

¿Había sido yo?, ¿Por qué lo hice? Acaso… ¿Me obligaron?, ¿Me drogaron?

No recordaba lo que había pasado.

El agua caía por el grifo golpeando la porcelana del lavamanos, siendo este el único ruido que acompañaba mi respiración y los latidos acelerados y torpes de mi corazón.

Me sostuve del borde del lavamanos y por un par de segundos observé el agua correr con calma. Mi cabeza daba vueltas. Temía por lo que fuera a encontrar en el reflejo del espejo. Me atemorizaba lo que pudiese ver en él...en mí. No obstante, terminé por levantar la mirada.

La sangre pintaba mi cara y manchas rojas lo coloreaban como si un par de pecas aparecieran en ella. No había nada en mí que estuviese limpio, nada que se salvara de aquellas diminutas evidencias del crimen que había o creía haber cometido.

—Soy un monstruo —murmuré sin despegar la mirada de mis ojos a través del espejo—. Lo maté —susurré—. Soy un monstruo.

El dolor que –sin darme cuenta– había desaparecido regresó y con él un par de recuerdos.

Me sentía devastado.

Después de días, en los que me hablaba de forma tan hiriente y otros en los que me bajaba las estrellas, no esperaba que todo estuviera a punto de acabar... Que él decidiera acabar con todo.

🎉 Has terminado de leer .°• 𝒀𝒆𝒍𝒍𝒐𝒘 𝒓𝒐𝒔𝒆𝒔: 𝒃𝒆𝒕𝒓𝒂𝒚𝒂𝒍 𝒂𝒏𝒅 𝒇𝒓𝒊𝒆𝒏𝒅𝒔𝒉𝒊𝒑 •°. 🎉
.°• 𝒀𝒆𝒍𝒍𝒐𝒘 𝒓𝒐𝒔𝒆𝒔: 𝒃𝒆𝒕𝒓𝒂𝒚𝒂𝒍 𝒂𝒏𝒅 𝒇𝒓𝒊𝒆𝒏𝒅𝒔𝒉𝒊𝒑 •°.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora