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Zhongli es un policia en México y tartaglia es un narco jwjeje k opinais chavales

*Okei edite esto aver k tal eeeeeeh nl le kambie mucho


Zhongli estaba tranquilamente realizando su guardia de turno. A pesar de que su compañero le había dicho que no había necesidad de quedarse, él, por alguna razón, sintió que era necesario.

Dio unas cuantas vueltas en la camioneta por los alrededores y, cuando se sintió más tranquilo, decidió ir a la caseta para, por fin, poder terminar su turno. Xiao le esperaba en casa y ya había estado fuera todo el día; no podía seguir dejándolo solo en casa.

Estaba por irse cuando, por el rabillo del ojo, logró ver algo naranja. Extrañado, volteó y vio en el suelo a un hombre tirado. Parecía que necesitaba ayuda, pero aún así algo dentro de él le decía que se hiciera de la vista gorda y se fuera. Ignoró completamente su corazonada y estacionó el carro cerca.

—¿Se encuentra bien? —preguntó mientras bajaba y se acercaba al hombre.

El hombre levantó lentamente la cara, dejando al descubierto un ojo hinchado y sangre que salía de su nariz. Zhongli se sorprendió un poco y después se agachó a la altura del hombre para revisar si tenía otras heridas.

Zhongli pudo ver que, cuando se acercó más, el hombre intentó levantarse sin éxito. Lo escuchó suspirar entrecortadamente mientras echaba la cabeza hacia atrás.

—¿Podrías ayudarme a pararme?

Zhongli terminó de acercarse y lo levantó lentamente, cuidando de no hacerle daño o lastimarlo más de lo que ya estaba. Cuando por fin logró ponerlo de pie, pensó en qué hacer. Tenía claro en su mente que debía preguntarle qué había pasado, pero sentía que cometería un error si lo hacía. El hombre, recargado sobre su hombro, se veía peligroso, y, para estar tan golpeado, posiblemente estaba involucrado en cosas malas.

—¿Quieres que llame a alguien por ti o... quieres que te lleve a algún lado? —preguntó dudoso mientras escuchaba al hombre a su lado toser.

—Vamos a su casa, de ahí veré qué hago. —ordenó mientras se subía al lado del copiloto.

Zhongli, se sintió engañado; como si esa persona hubiera estado esperando ese momento. Aún dudoso, simplemente arrancó y hizo lo que se le pidió. Mientras iban en el camino, podía sentir cómo lo miraba con insistencia; se sentía como si un lobo estuviera preparado para comerse a un conejo, y en este caso él era el conejo. Era la primera vez que se sentía tan incómodo en mucho tiempo.

Después de unos minutos, tomó su celular para llamar a su compañero y avisarle que se iría directo a casa con la excusa de que Xiao necesitaba algo, para así no causar problemas a nadie.

Al pasar un rato, llegaron a la casa de Zhongli. Era una casa modesta y bien cuidada; un pequeño jardín adornaba el exterior junto con una cerca de madera blanca, una casa bastante hogareña y bonita a los ojos de Childe.

Se bajaron en silencio mientras Childe seguía a Zhongli, quien estaba tratando de abrir la cerradura de la puerta. Childe, a una distancia prudente, pudo observar una de las cosas más maravillosas de su largo y duro día.

Finalmente, Zhongli pudo abrir la puerta de su casa (esperando que alguna situación evitara esto). Dejó espacio libre para que su "invitado" pudiera pasar y, en un pequeño murmullo, lo invitó a sentarse mientras él se dirigía al baño por su botiquín de primeros auxilios.

Mientras, Childe observaba la casa, sentía un aire de calidez increíble que la hacía realmente cómoda. Se recostó en el sillón, dejando caer su cabeza en uno de los cojines, que se sentían de lo más cómodos en ese momento. Así, de un momento a otro, se quedó dormido.

Policía nacional de México (tartali)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora