CAPÍTULO 11

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Verano de ese mismo año y Rubén está en casa jugando con un amigo.

Le conoció en el colegio, pero era de otra clase.

De repente sonó el teléfono del pasillo y María lo cogió.

-¿Diga? -a lo que siguió una pausa. Su rostro pareció asombrarse-. Claro que sí. Perfecto, ¿pues mañana a las 21:00? Muy bien, ahí nos vemos.

-¿Quién es, mamá? -preguntó su hijo.

-¡Sorpresa! Mañana lo verás.

Pasó el día y llegaron las 21:00.

La familia Abbey salió y juntos se fueron al sitio que habían acordado.

Ni bien llegaron, el chico se quedó asombrado al ver a... ¡Nora!

-¡Nora! -exclamó él.

-¡Rubén! -respondió ella.

-Te he echado tanto de menos...

-Yo más. Que bien que nos hemos visto ¿no?

Y así estuvieron cenando y disfrutando de aquel momento hasta que de repente a la chica se le ocurrió una idea.

-¡Mamá, papá! Se me ha ocurrido una idea. ¿Qué os parece si mañana salimos todos juntos al Parque de El Retiro?

Los padres parecieron dudar al principio, pero después de un largo rato de suplicias al fin aceptaron y finalmente decidieron la hora.

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Una desgracia está a punto de ocurrir.

María, Raúl y los padres de la niña están tomándose un café mientras hablan tranquilamente.

Rubén y Nora se alejan del grupo y se ponen a jugar a la pelota, pero esta sale a la carretera y la chica se va corriendo a recogerla. 

El semáforo está en casi verde para los coches y casi rojo para los peatones.

Ella cree que le da tiempo y no se lo piensa dos veces: se lanza a por el balón.

Su mejor amigo se da rápidamente cuenta de que el semáforo está a punto de ponerse rojo pero casi no le da tiempo a reaccionar y se tira a por su mejor amiga.

Lo que en ese momento sintió fue algo muy extraño que nunca antes había vivido.

Ni bien se echó a la carrera a salvar a su amiga, vio como un coche rojo pasaba a toda velocidad aun estando el semáforo en rojo y oyó como el sonido de un claxon se fue poco a poco desvaneciendo, hasta quedarse totalmente inconsciente.

Acto seguido, sintió como si se hubiera roto la pierna derecha, fue un leve dolor que poco a poco fue desapareciendo a medida que se sentía cada vez peor.

Nora se quedó totalmente asombrada y, llorando pidió ayuda a gritos desde el medio de la carretera.

Hubo gente que vio el panorama desde sus posiciones y fueron rápidamente a la ayuda del chico.

Este parecía tener una pierna descolocada y en la cara también se podían observar unas cuantas heridas.

El coche rojo, ante la sorpresa de todos, siguió su camino a pesar del atropello que acababa de provocar.

Dos personas cogieron rápidamente la matrícula del coche haciendo unas fotos.

En ese momento un señor de unos 40 años cogió el teléfono y sin pensárselo dos veces, marcó la ambulancia.

Nora fue corriendo a llamar a los padres y estos, sin creérselo fueron corriendo al lugar del accidente.

La niña no podía dejar de llorar y se autoculpaba porque pensaba que todo había sido por su culpa.

Raúl y María se quedaron atónitos al ver la escena, y al ver a su hijo tirado en el suelo corrieron a toda prisa hacia él.

La ambulancia tardó en llegar aproximadamente diez minutos y se llevaron a Rubén al hospital más cercano.

Llegados ahí dijeron que el chico se había roto las piernas y que tristemente ya no podría caminar nunca más, frase que a María la dejó sin palabras y se echó a llorar. Raúl intentó animarla y dijo que iban a rezar por él.

-Y... -empezó a decir el doctor-, no solo ha sido la pierna derecha, si no que también la izquierda. Ha pasado una cosa muy rara y es que el nervio al que el atropello ha afectado también se ve involucrado en la otra pierna. Intentaremos hacer todo lo posible pero tendrá que pasarse el resto de su vida... -hizo una pausa como si lo que fuera a decir le costara mucho- ...en silla de ruedas.

-Y luego están las heridas de la cara y algún que otro golpe y moratón que el accidente a provocado -intervino su ayudante-, pero esto es lo de menos. En cuestión de un par de semanas se cura.

Los padres estaban destrozados, y más aún la propia Nora, que no paraba de llorar y estaba en la sala de espera deseando creer que no era nada grave.

Al enterarse de la noticia se lamentó mucho más si cabía y entró a la habitación donde Rubén estaba ingresado.

-Rubén -le dijo cogiéndole de la mano al niño que en ese momento estaba inconsciente. Ni una palabra más salió de su boca: era como si las palabras no se encontraran en ella.

Así pasó mucho tiempo...

El Hijo Del Señor ~[EN CURSO]~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora