—¿Estás segura? —preguntó Cole.
—Segurísima —sonrió Elise.
Cole la tomó entre sus brazos y la besó hasta que ambos se quedaron sin aire.
—Vamos a mi habitación, preciosa —le dijo tomándola en brazos.
—¿Por qué me cargas en brazos? —le preguntó Elise sorprendida.
—Porque eso es lo que hacemos los cavernícolas cuando nos llevamos a una mujer a nuestra cueva —sonrió Cole atravesando la puerta que unía ambas habitaciones.
—Creía que la llevabais del pelo —bromeó Elise.
—A veces, pero tú lo tienes muy corto —contestó Cole dejándola en pie junto a su cama—.
Además, lo tienes muy bonito y, sobre todo, lo último que quiero es hacerte daño.
Dicho aquello, la besó en la frente, en los ojos y en la punta de la nariz antes de apoderarse de su boca.
—Quiero besarte por todo el cuerpo, preciosa —le dijo con la voz tomada por la emoción.
A continuación, fue bajando por el cuello de Elise, por su escote y fue desabrochándole los botones del vestido.
—Eres perfecta —le dijo apartando la tela—. ¿Te gusta? —le preguntó acariciándole los pezones.
—Me encanta que me acaricies —contestó Elise acariciándole los hombros y el torso—. Llevo queriendo hacer esto desde esta mañana en la piscina.
Su delicadeza hizo que Cole se endureciera.
—Me encanta.
—Ya lo veo —contestó Elise mirando hacia abajo y fijándose el bulto de la entrepierna de Cole.
—Es imposible esconderlo —contestó él chasqueando la lengua.
A continuación, deslizó el vestido por sus hombros y dio un paso atrás para mirarla. Cuando miró a Elise a los ojos, le pareció algo vulnerable, algo que jamás hubiera parecido posible en ella.
—Eres preciosa, Elise.
—Tú tampoco estás nada mal —contestó Elise poniéndole la mano en la mejilla.
Cole la abrazó con fuerza. Cuando sintió sus pechos apretados contra su torso, un escalofrío de deseo lo recorrió de pies a cabeza. Sentir las manos de Elise arriba y abajo por la espalda y por los costados era el paraíso y el infierno a la vez.
Cuando recorrió la cinturilla de sus calzoncillos con sus dedos, Cole sintió que el corazón se le aceleraba.
—Creo que será mejor que nos tumbemos porque me van a empezar a fallar las rodillas —le propuso besándola—. Ahora mismo vuelvo.
Volvió al cabo de unos segundos con una caja de preservativos que dejó en la mesilla. A continuación, se tumbó junto a Elise y la besó emocionado.
Elise le pasó los brazos por el cuello y se entregó a los besos, olvidando que Cole era un agente de la ATF y de que ella trabajaba para el FBI. Aquella noche eran solamente un hombre y una mujer explorándose el uno al otro, explorando la atracción que ya no podían seguir negando.
Elise abrió los labios, Cole deslizó la lengua en el interior de su boca y Elise sintió que el deseo recorría su cuerpo en espirales y llegaba hasta su bajo vientre.
Cole le acarició un pecho y aquella delicada caricia hizo que Elise se estremeciera. Cuando deslizó la mano hacia su cintura y un poco más abajo, Elise gimió y se revolvió excitada.
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Eclipse de Pasión
DragosteHabían comenzado como compañeros de trabajo y ahora eran también compañeros de cama... Los agentes federales Cole Yardley y Elise Campbell iban a tener que trabajar codo con codo en aquella investigación de tráfico de armas en Mission Creek, Texas...