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- Ngh... hazlo ya~ -gimió la rubia.    


- ¿Que quieres que haga? -dijo, fingiendo no haber entendido.    


- M-Mételo ya~    


Sonrió de lado, feliz y satisfecha por la respuesta.    


Tomó su miembro y empezó a masturbarse un poco para prepararse.    


Unos segundos después, tomó las piernas de la más baja y las abrió, colocándose en medio de estas, acomodándose para dar el siguiente paso.    


Tomó su miembro y lo alineó a la entrada de Lisa.    


- T-Ten cuidado, por favor. -pidió la pequeña mirándola a los ojos. ¿Estaba nerviosa? Demasiado.    


- Lo tendré -dejó un beso en la frente de Lisa.    


Y ahí va.    


Se empezó a adentrar en la menor, abriendo paso en su estrecha entrada.    


- ¡Ah!~ -apenas había entrado la punta, dolía mucho.    


Se adentró un poco más.    


- Mgh~, ah, espera~ -suplicó Lisa con lágrimas en sus ojos.    


Hizo caso omiso y se adentró más, entrando por completo al fin.    


- J-Jen... duele mu-mucho... - apreto sus ojos, liberando las lágrimas que ya amenazaban en salir.    


- Tranquila -beso sus labios.- avísame cuando quieras que me mueva.    


Lisa no podia describir esa sensación. Era un dolor inmenso, pero era excitante.
Sentía las venas del miembro de Jennie palpitar entre sus paredes. Sentía a su hermana, la sentía, como la llenaba.    


Se estaba empezando a desesperar.    


- Muévete~    


No tuvo que decírselo dos veces. La morena empezó con embestidas suaves, lentas y dulces, intentando no lastimarla.    


Pero Lisa no quería lo mismo, quería más.
Así que empezó a mover sus caderas en busca de más contacto.       


Jennie entendió lo que su menor quería y empezó a moverse un poco más. Aumentando más la fuerza y la rapidez de sus movimientos, creando un vaivén de sensaciones.    


Dios, estaban en el mismísimo cielo.    


Ahora las embestidas eran bruscas, pero por alguna razón eran exquisitas.    


El sonido de sus pieles chocando era excitante, mientras una fina capa de sudor cubría ambos cuerpos.    


- ¡Más, más!, ¡Muévete, maldita sea!    


Y como si fueran las palabras mágica, Jennie se empezó a mover tan fuerte que sentía que se rompería en dos.    


Lisa echó su cabeza hacia atrás, dejando el cuello libre para que la morena dejara marcas y chupetones en este.     


Jennie se sentía en la mismísima gloria; los gemidos agudos de Lisa eran música para sus oídos, su piel suave y sudada, el ardor en su espalda debido a los rasguños que le proporcionaba la menor y los gestos que hacía, sin duda lo mejor que había visto.    


- ¡Jennie!~ -gimió Lisa al terminar.    


Escuchar a su hermana gemir su nombre la hizo estallar, llegó a su tan anhelado orgasmo, corriéndose dentro de ella.    


Una, dos y tres embestidas más para que Jennie saliera de la menor y se acostase a su lado.    


Trataron de regular su respiración mientras miraban hacia el techo, aturdidas.    


- Eso estuvo genial... -habló la mayor de las dos.    


Lisa la volteó a ver.    


Por fin había sentido a su hermana, a la persona que amaba, había perdido su virginidad con ella.    


La admiro de arriba hacia abajo, deleitándose con su belleza.    


- Nini~    


- ¿Si, bebé?    


- ¿Me das un beso?


Comenzó a sentir como la miraba de nuevo y como se iba acercando a ella.


Fin

⌗ KISS  | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora