¿Qué si una vez amanecí y dije que estaba feliz? No, no, eso, jamás, felicidad y yo somos
cosas diferentes; es que yo no entiendo cómo ser feliz.
Felicidad y yo somos cosas diferentes, nunca nos han presentado y punto.
Mi turno de trabajo comienza a las siete y media y concluye a las diez. Lo se, es mucho, pero,
el dinero es indispensable.
Lo demás, es lo demás. Eso viene solo.
La alarma suena 5:30. Me ducho, tomo café o té, como galletas riego la jardinera y para eso ya son las seis de la mañana. La voz de la señorita Mary suena En mi teléfono >>Señor O'Brian, su turno empieza a las 7:30<<
O, cuando es quincena:
>>Señor O'Brian, lo solicitamos en la planta<<
Mi jefe no es muy generoso ni muy paciente que digamos, pero bueno, hay que conformarse.
Toda mi vida es un patrón. Siempre igual. Yo no se como ser feliz, mi vida es tan miserable como puede ser. De lunes a viernes una aburrida rutina que seguir, sábado limpiar la casa, domingo misa de doce. Trato de seguir, de progresar, de hacer algo grande; en verdad bueno.
Pero no todo es fantasía.
Cuando era un niño, tan solo un niño, mis padres murieron y me quedé solo. Me enviaron a un orfanato a los cinco años. Una señora con ocho hijos me adoptó paro la verdad, ese lugar era repugnante. No podía ver cómo esa bruja maltrataba a sus hijos. A mí, nunca me hizo nada. Yo hacía todo lo que ella quería.
Me harté y huí a los ocho años.
Escapé. En ese momento no sabía qué hacer y estaba tan asustado que preferí no haberlo hecho. Mi primera opción fue regresar al orfanato pero sería la misma historia. Con mucha suerte me volverían a adoptar y si lo hacían, ¿cómo serían los otros padres que me tocaran?
No había modo de saberlo. Así que opté por el plan B.
Iría a una casa de refugiados. Ahí había gente de todas las edades. Un niño huérfano, travieso y solo pasaría desapercibido. Ahí podías quedarte solo tres días; me quedé el tiempo máximo y use el tiempo para preguntar por alguna familia que deseara un hijo de ocho años.
Tuve mucha suerte.
Una familia (no precisamente pobre) me acogió y me trataron como si fuera su verdadero hijo.
Mamá, papá y un perro. Gracias a ellos, terminé mis estudios de primaria. Pero al poco tiempo de eso, la feliz pareja tuvo no uno si no dos bebés. Cuates. Niño y niña. Para eso yo ya estaba a punto de cumplir trece años, ya no me veían como un niño, así que eran dos bebés llorones e indefensos contra un muchacho grande y fuerte. A partir de entonces los cariños se desvanecieron. A los catorce me fui de ese lugar.
De los catorce a los diecisiete trabajé como cartero, ganaba relativamente bien (si es que puede llamarse bien) vivía bajo el pórtico de una anciana que creía que vivía con su marido que en realidad había muerto hace veinte años.
En fin. Dormía, comía, bebía, vestía y trabajaba. No podía quejarme.
A los veintidós, mi miserable vida comenzó.
Un señor de una empresa de carrocería necesitaba un empleado. Ese era yo. Me dio el auto de la empresa y una casa, un buen salario y su confianza. Es así como mi vida comenzó.
Y nada la cambiaría.
O... Eso creía.
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ALEBRIJES
Mystery / ThrillerUna tienda de alebrijes, un anuncio en el periódico. Una rutina de lunes a viernes "Señor O'Brian, turno a las 7:30" siempre igual pero el destino prepara un tremendo cambio en la vida de Kevin O'Brian con un misterioso personaje entre la vida y la...