Capitulo 4: EL SÓTANO EL BAÚL Y LA LLAVE

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Como la carta decía, fui a la antigua habitación de Denisse (la cual era fácil de reconocer) y tomé la llave de la cómoda. Me detuve un momento a mirar la habitación.
Cortinas de terciopelo rojas, un escritorio de madera de caoba apoyado en una pared. Sobre el, un alebrije Dorado por completo en una esquina de la mesa. En la otra, había un florero con un montón de flores de papel maché.
Había una mesa justo a lado del marco de la puerta. Parecía que su único uso, era mantener al centenar de alebrijes amontonados y en alto. ¿Por qué Denisse se esmeraba tanto en mantener los alebrijes ahí? Cuando me vendió la propiedad, me pidió que hiciera lo que quisiera con la decoración de la casa y el terreno mientras su habitación no se viera afectada por mis innovadoras ideas.
Todo este lío me desconcertaba. Los pocos encuentros que tuve con ella, pudieron haber sido nulos para crear algo en mi pecho que se extendiera por todo mi cuerpo cada vez que pensaba en
>>DENISSE<<
Salí de mis pensamientos.
Un susurro
Una voz en mi cabeza. Eso había escuchado.
Salí corriendo de la habitación sin olvidar la llave y sin dejar la puerta abierta de par en par. La cerré y pude sentirme más tranquilo.

Fui al sótano y abrí el baúl. Para mi suerte, encontré dentro del baúl los mismos alebrijes que había vendido a la tienda de antigüedades.
No entendía cómo podían haber llegado esas cosas horrendas a el baúl con llave. Fui presa del terror, un escalofrío recorrió mi cuerpo entero y mi cabeza dio tantas vueltas que sentía desplomarme.
Esa noche no pude dormir.
-debe haber alguna explicación lógica- me repetía para intentar tranquilizarme, aunque no funcionaba mucho.
Al día siguiente, decidí averiguar más sobre Denisse, así que visite a mis vecinos más cercanos.

Llamé a la puerta.
-¿Si?
Respondió amablemente una mujer de mediana estatura con unos rizos marrones bien marcados. Mi vecina, parecía tener una gran afinidad por la naturaleza, ya que desde la puerta, veía macetas, enredaderas y jaulas de pájaros llenas de flores aromáticas y coloridas.
-Madame, buenos días, soy Kevin O'Brian. Su vecino.
-Mucho gusto Kevin. Ya puedo recordarte, compraste el terreno de Corven. Soy Catherine Brown, entra por favor.
Parecía que en vez de entrar a una casa, estaba entrando en un valle lleno de plantas. Por aquí y por allá flores naturales, y las que no lo eran, cumplían su objetivo como cojín o un simple adorno para puerta. No dejaba de estar asombrado con tantas cosas que había en esa casa, Catherine, se aclaró la garganta y preguntó.
- ¿En qué puedo ayudarte?
-¿Conocía a Denisse?
Sonrío débilmente
-No muy bien, hablábamos con frecuencia, de vez en cuando desayunábamos juntas, nos visitábamos, pero una parte de ella se negaba a decirme todo. Siempre la vi cómo alguien cerrada y siniestra. A pesar de eso, es una muy linda chica. De vez en cuando, venía a entregarme fruta que ella misma cosechaba en su jardín. ¿Sabe? Siempre parecía estar nerviosa, apresurada e inquieta. Un buen día, se levantó en la madrugada, y cortó ella misma todos los árboles que había en su jardín. Dejó morir a esa hermosa casa. No tiene idea de lo bella que se veía.
El hecho de que me narrará esto, no me tranquilizaba en lo más mínimo. Solo me alteraba y me ponía los cabellos de punta.
-¿Y.. Los alebrijes? ¿Por qué compraba tantos?
-Lo que sé es que comenzó a coleccionarlos cuando murió su hermana menor. Puede parecer increíble pero de los Corven, ella es la única que vive. Y créame que no era un árbol genealógico pequeño, oh no. Un alebrije por cada muerto.
El estomago me llegó a la garganta. Salí corriendo de la casa de Catherine en el momento. Escuché que ella gritó mi nombre y formuló algunas preguntas, pero ya no me detuve a contestarlas.

Al llegar a mi casa, había una nota sobre el comedor, nuevamente, escrita en papel dorado.

Kevin: en el baúl hay unos alebrijes. Dale el alebrije rojo a Catherine, el de plata a Hilbert y el de oro déjalo en la sala.
Gracias por escucharme; Denisse.
Por segunda vez, no explica por qué quiere ser ayudada, pero ¿Por qué Denisse quiere específicamente que esos alebrijes sean de ciertas personas?
>>un alebrije por cada muerto<<
Entonces... ¿Qué relación tiene? ¿Quién era Hilbert?
Pasó casi un año y yo no tenía pesadillas. Denisse no aparecía. ¿Cómo sabía todos mis movimientos?
La tienda de alebrijes, así como muchas otras, comenzaron a cerrarse pues no había nadie quien pudiera atenderlas, pero aún quedaban otras muchas propiedades de Denisse; al policía, la había dado por desaparecida.
Yo vivía al borde de la muerte. Si ella no aparecía, todas las propiedades, se volverían propiedad del gobierno. Incluida la tienda de alebrijes que Denisse tanto me había encomendado.

ALEBRIJESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora