forest

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No ,no, no podía ser real, de eso estaba seguro, ya que nada de lo ocurrido allí tenía ningún sentido, así que no podía permitirme el siquiera planteármelo.

Hacia años que no tenía sueños tan vívidos, eso si era cierto, pero ¿ En qué clase de lugar de nuestro planeta, podrían vivir como se suponía que vivía la gente de mi sueño?

¿Palacios?

¿Togas?

¿Dónde podía verse esto en la Tierra?¿En la actualidad?

Exacto, en ningún sitio.

Esa fue la conclusión que pude sacar, y era la más acertada para que mi estabilidad emocional se mantuviera intacta, porque, como ya dije, tiendo a sobre-pensar demasiado.

Pasaron los días y todo transcurría con total normalidad. Estudiaba, paseaba, leía y dormía. Todos los días.

Todas las noches.

Así durante semanas, sin notar ninguna extrañeza. Sin notar ningún cambio.

Me acostaba a dormir, me ponía mis tapones especiales en los oídos y caía en un sueño tan profundo que nada podía despertarme. A la mañana siguiente todo seguía en su lugar.

Ya casi había olvidado mi extraño sueño, ni lo pensaba, ni , casi lo recordaba. Mi cerebro había asumido que mi imaginación era demasiado prodigiosa.

Esa noche, decidimos ir a un campamento con unos amigos. Amigos de Pauli, evidentemente. La aventura sólo duraría dos días y una noche, así que decidí acompañarlos.

Estaba empacando mi mochila, cogí ropa, comida ,la tienda de campaña, el saco de dormir y algunos snacks. Y , por si fuera poco, tenía la horrible sensación de que se me iba a olvidar algo.

—Pauli, ¿Crees que lo llevo todo?— Concluí al terminar de nombrarle las cosas que componían mi equipaje.

—No, te falta lo más importante, Idiota.— me dijo dirigiéndose a mi mesita de noche.

Yo lo vi desde fuera y me pregunté mentalmente que estaba haciendo. De repente lo escuché vociferar.

—¿Qué clase de hombre, atractivo, sexy, llamativo y carismático de casi dieciocho años no tiene preservativos en su mesita de noche?—

Me sonrojé y le dije que saliera de ahí. Al parecer no se me olvidaba nada importante, así que me relajé y pude lavarme la cara y recogerme el pelo en un moño.  No quise hablar del tema, y tampoco le dije que los preservativos los tenía en otra parte.

Yo iba con mi chándal Adidas negro, sabía que deberíamos meternos en el núcleo del bosque para acampar, así que opté por la opción más cómoda.

—Va a ir Zac.— Dijo Pauli desde el salón.

No sabía si estaba hablando conmigo o por teléfono, porque lo dijo con un tono demasiado...extraño.

—¿Zac?— pregunté cuando me cercioré de que se estaba dirigiendo a mi.— ¿El rubio?—  Me estaba lavando los dientes mientras tanto, y sufrí por si la pasta dental manchaba mi chaqueta.

—Si , ese.— una risilla se escapó de sus labios.

—¿Y a mi que me dices? ¿Debería importarme?— Me repuse porque soné demasiado cortante.— Quiero decir, ¿Qué pasa con él?—

—Es muy atractivo, tremendamente atractivo...—

Escupí el enjuague bucal y me dirigí a donde estaba Pauli, que me miraba con los ojos brillantes.

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