Habían pasado ya dos días, y Elizabeth se presentaba feliz ante un nuevo fin de semana. Pensaba quedar con Zackary en el parque al que daba el camino que siempre tomaba al salir de clases, el cual era sumamente hermoso y al que iba siempre que quería desahogarse de sus pensamientos interiores. Así pues, acordaron verse en la puerta del colegio, y ella le guiaría por el camino hasta el parque al chico.
Una vez allí, Ellie sintió que era incluso más hermoso con compañía. Abrió la gran y oxidada puerta de jardín que custodiaba el parque, y pasó junto al muchacho por el caminito de piedras que llevaba hasta un pozo y unos columpios con asiento de rueda. La postal parecía de cuento de hadas, ya que el parque se encontraba lleno de maleza, y de flores y plantas poco conocidas.
Entonces, cuando por fin se situaron en el centro de aquel paraje, Elizabeth tomó asiento en uno de los columpios y convido a Zackary a que hiciera lo mismo.-¿Sabes? Siempre vengo aquí cuando quiero que la vida me sorprenda. -dijo ella con una leve sonrisa.
-¿Y qué es lo que te sorprende tanto de por aquí?- preguntó ingenuo el moreno.
- Desde esa pequeña hormiga que va cargando una viruta de anís con su compañera, hasta ese hermoso cerezo al que he visto florecer miles de primaveras. Me resulta fascinante aprender la forma de vida de cada especie con la que mis ojos se topan...No obstante, cuando conoces bien lo que te rodea, se convierte en algo cíclica y monótona cada forma de vida. El proceso se repite una y otra vez con todos.
- Yo creo que aunque objetivamente sea así, tenemos variantes que hacen de nuestra vida una tragedia, o una bendición. Sé que tú no tienes a tus padres aquí, que jamás los has conocido. Yo vi a mi madre morir y fue frustrante y horroroso ver como la persona que te dio la vida y los mejores momentos de esta, se iba marchitando como una flor poco a poco. Primero toses secas y casi continuas, luego una voz débil y desgastada. A partir de ahí comenzaron los sangrados...Siempre hablaba con un pañuelo de tela puesto sobre su boca. Era desgarrador verle así. La última vez que la ví con vida yo entraba a clases, y como siempre me deseó un buen día. Ese día la ví especialmente mal, como si estuviera distante o pensativa. Sentí que algo malo le iba a suceder, así que me acerqué a ella, besé su frente y le dije ''te quiero, mamá.'' Ella, con un hilo de voz me correpondió, y yo me marché. Cuando volví ya no estaba en su cama, y no había nadie en mi casa, pero sí una nota de mi padre que me decía que mi madre estaba grave y que estaban en el hospital. Al llegar allí...sólo oí lamentos. Ni siquiera pude verle una vez más.
Zackary se cubrió el rostro con sus manos y lloró en silencio. Ellie decidió abrazarle y ambos quedaron en silencio unos minutos hasta que decidió cortarlo.
- Zack, yo no sé realmente cuán duro debe ser perder a una madre, pero sé que si yo os perdiera a ti, a Helenne y a todas las personas que conforman mi vida, no querría vivir más en este mundo. Sois los que le dais un propósito a esto. Incluso Comandante Junior y los demás gatitos.
- No pienses más en algo así, Ellie. Debemos mirar hacia el presente, las cosas tristes ya vendrán después. Además, la muerte nos aguarda a todos. -dijo el joven secandose las lágrimas.- yo estoy bien, Ellie. Eso pasó hace mucho tiempo y mi madre sigue junto a mí. Su recuerdo hace su existencia inmaterial, pero imborrable.
Ambos se miraron por unos segundos con una sonrisa relajada, hasta que unos acelerados y misteriosos pasos rompieron el momento.
La misma niña que Elizabeth vio aquella vez, pasó fugazmente a unos metros de distancia de ellos. La joven se incorporó como si tuviera un resorte, y quiso ir tras ella, pero Zack le interrumpió.- ¿Quién es esa niña? ¿La conoces?
- No, pero siento que debo conocerle...-dijo frenando en seco y dejándola ir.