prom
night.
La noche en California estaba despejada, para ser la una de la mañana, realmente no había un alma en la carretera, Los Ángeles podía ser ruidosa de día, pero de noche, solían ser los momentos favoritos de Isabelle.
Pero no era una de esas noches.
-No puedo creer que acepté subirme a este auto contigo- murmuró ella, encogiéndose en el asiento del Prius plateado, el conductor le dió una media sonrisa, que ella no miró, pues se negaba a desviar la vista de la ventanilla.
-¿Por qué no?
-¿Sabes lo que dirán el lunes?- preguntó como si fuese tonto, aunque quizás si lo era, el negó con la cabeza- que al estar despechada, subí a tu auto para hacer quién sabe que, se conoce tu reputación.
-Nadie nos prestó atención, todos estaban lo suficientemente borrachos.
Isabelle suspiró, mirando hacia su vestido violeta metalizado, lo había elegido con esmero, caía suavemente hasta sus tobillos y se ajustaba a la pobre figura que tenía, con escote un poco pronunciado y tiros en su espalda, en forma de cruz.
-Bonito peinado.
Ella rodó los ojos, quitándose las flores blancas de adorno, sus cabello castaño estaba peinado en grandes ondas, atadas detrás de su oreja con flores falsas.
-Mi mamá insistió- dijo bajando la mirada- debo verme ridícula.
-No, te ves linda.
Ella hizo un gesto de desgano con las cejas, jugando con sus dedos en su regazo, Milo la miró y en el semáforo en rojo, decidió hablar.
-Siento lo que pasó hoy- dijo con sinceridad, ella sorbió su nariz, sus ojos estaban lo suficientemente rojos ya- fue terrible lo que te hizo.
-No es el fin del mundo, a muchas le son infieles.
Si pero, no a todas le eran infiel, la misma noche del baile de graduación. Milo aún usaba su traje negro con flor roja, que iba a juego con la de su cita, Ana Lily Kahan.
-Siento que hayas dejado a Ana así- se encogió de hombros- pude haber regresado sola.
-Volveré- se encogió de hombros- además, Ana la estaba pasando bien, sobrevivirá.
Ana y Milo habían ido juntos al baile, cómo mejores amigos, pues Milo acababa de terminar con su novia y ella accedió a ir con el, ya que su novio no podía asistir tampoco.
El silencio invadió nuevamente el auto y los adolescentes se quedaron en silencio, ella apretó sus labios, y bajó la mirada.
-Era obvio, ¿no?- inquirió- todos sabían que me ponía los cuernos, hasta yo lo sabía, pero no sabía que era con mi mejor amiga.
Milo torció el labio.
-Es una mierda- negó con la cabeza- dan asco.
-Probablemente- cerró sus ojos, recostando su cabeza del asiento- ¿en el baile? de todos los lugares ¿en el baile?
Milo tomó un desvío, haciéndola incorporarse confundida, lo miró sin entender.
