Primera Vez

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Marcos empezó a llenar de besos su cuello, mandíbula, orejas, mejillas. En el hueco entre su mandíbula y cuello frotó la nariz con cariño. Johan por ahora se dejaba hacer y no desaprovecha un segundo. Tenía olor a... limón.

-Marcos, detente.

Levantó como cachorro reprimido su cabeza para mirarlo y se encontró con un Johan rojísimo.

-Mírame. Tu eres un chico joven. Y atractivo. Demasiado para mí. Soy un adulto de treinta deforme y estresado. Sé que no tienes veintisiete y no quiero que arruines tu juventud por involucrarte conmigo.

No sabía qué contestar. Sólo sabía que quería negar todo.

-Me halaga que piensen "involucrarnos" como un concepto a largo plazo

-En serio

Marcos dejó de sonreír y se sentó en el borde de la cama.

-En todo caso usted debería evitarme. Soy un veinteañero inmaduro, no me sale nada bien (ni los fideos) y me equivoco enviando un poema erótico a mi profesor. Honestamente soy un desastre.

-Si eres un desastre. Es inapropiado pero me gustas muchísimo. Cuando discutes. Cuando te duermes en clase. Evito esos sentimientos porque te alejan de los objetivos. Pero no puedo evitarte. Lo siento.

-Una oportunidad para demostrarle cuánto le amo.

-Por favor no juegues conmigo, ya no estoy para amores ocasionales.

Marcos negó tanto con la cabeza que Johan río

-Eres un perro

Sonrió forzando una sonrisa pícara.

-Sí soy un perrito

Y retomó su tarea de besar (y ahora lamer) el cuello de Johan. Johan se estremeció.

-Ve despacio. Es mi primera vez.

A Johan le avergonzaba su cuerpo al desnudo. Pero Marcos se encargó de darle amor a cada parte hasta que se le olvide.

Johan se entregó y él lo trato con cuidado. Con amor. Con tanta lujuria contenida. Porque lo admiraba como persona, lo amaba como humano y lo atraía como hombro. Y fue tanto el amor que nada más parecía importar.

Finalmente ambos se durmieron codo a codo sobre la cama.

-Marcos psst. Marcoos.

-Hmmm

-Tenemos que ir a clases

-No. Tu estás enfermo y me contagiaste la intolerancia a la lactosa.

-Levántate.

Y a Marcos no le quedó otra que hacerle caso. Salió de la cama como Dios lo trajo al mundo y como dios lo trajo al mundo se dirigió a la cocina.

-¿No tiene caso avergonzarse, no?

-Eres indecente

-¿Cuantas cucharadas de café?

-...tres

-¿Tres cucharadas? El café no me sale gratis. Será mejor que pague o tendrá problemas.

-También te debo el café y el taxi de ayer. ¿Tienes Mercado Pago?

-No te dejaré pagarme el café de ayer. Pero acepto besos por el de ahora.

Y Marcos le mostró la mejilla.

-Vamos o llamaré a la AFIP por evasión fiscal

-Tonto

Johan le dejó unos besos castos en la mejilla

-Ahora si

Marcos le pasó el café.

-Se nos ha hecho tarde para el subte. Tendrás que subirte a Dixie

-¿Dixie?

-Mi vieja moto. No la uso desde que subió la nafta. Pero puedo hacer una excepción.

-Me dejarás dos cuadras antes, ¿entendiste?

-Si profesor.

Llegaron a la universidad sin sospechas. Y la clase transcurrió normal. Johan hablando y Marcos discutiendo. O explayando más sus versos de las poesías eróticas. Marcos estaba guardando su cuaderno cuando Johan lo frenó en la salida.

-Disculpe Garnier. Quiero hablar con usted.

(Des)Afortunados AccidentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora