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Layla se había alejado hace décadas de Carlisle

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Layla se había alejado hace décadas de Carlisle. Había decidido, luego de que su corazón se rompiera, abandonar al vampiro de fascinantes cabellos rubios y rostro inocente. Haber puesto kilómetros de distancia entre ambos y enterrar su recuerdo en lo más recondito de su memoria había sido la mejor decisión que había tomado durante su inmortalidad, Layla no necesitaba ese dolor extra de ver a su amado con otra mujer, con una mejor versión de ella, una mujer mucho más hermosa y amable de lo que jamás sería. Así que se acostumbró a la soledad de la inmortalidad, a ver a los humanos alrededor suyo morir como moscas y poco a poco la humanidad que permanecía en su corazón se marchito. Aún así, verlo frente a frente luego de casi cuatrocientos años, hizo que un destello de su antigua vida saliera a la superficie.

Una vida en la que ella habría podido ser la esposa de Carlisle, en la que quizás hubiera envejecido a su lado con muchos niños corriendo por la granja de sus padres, una vida que ahora parecía más una pesadilla que un sueño que tuvo alguna vez. Sus uñas largas se enterraron en la madera al ver quién lo acompañaba, ¿Cómo se atrevía a traer a esa mujer?

- Supongo que lo que seas que hayas venido a decirme es de vida o muerte.- murmuró apretando con fuerza su mandíbula, la mano de la mujer frente a ella refugiándose en el brazo de Carlisle solo la enfureció más;- Digo, después de todo, ignoraste mis últimas palabras ¿No?

- Layla, por favor...

- ¿Cómo era?- siseó pasando su dedo índice por sus labios pintados de carmesí;- Ah, claro, era algo cómo que si te volvía a ver me encargaría de arrancarte la cabeza y te quemaría frente a ella.

Esme Cullen se estremeció, la oscuridad que la mirada de la mujer frente a ella le transmitía le recordó mucho a los Vulturi. Se preguntó que tanto daño le había hecho Carlisle como para que fuera alguien totalmente diferente a lo que él le había contado, se había imaginado una mujer amable y compasiva que quizás pudiera ayudarlos en el dilema que estaban enfrentando. Pero, ahora, sentía que la mayor amenaza era la irá de Layla.

- Lo sé.- reconoció calmado Carlisle alejándose unos centímetros de su esposa;- Pero se trata de Edward, necesita tu ayuda.

- Edward no es mi hijo.- gruñó enfurecida rompiendo el marco de la puerta de su entrada, suspiró mirando el pedazo de madera en su mano;- Hiciste que rompiera mi puerta.

- Los Vulturi quieren matarnos.

Le sorprendió un poco, no lo negaría. La suave y calmada voz que emanaba Esme le recordó un poco a la Layla humana, la miraba con desesperación en esos asquerosos orbes dorados, en cambio, los suyos rojos como la sangre la miraban irónica y un poco divertida que luego de tanto se dignaran solo para pedirle un favor;- Que mal, prometo ir al funeral.

Con ello, la puerta se cerró en las narices de ambos Cullen, el viento del movimiento agitando levemente sus cabelleras perfectamente peinados. Carlisle suspiró exasperado acercándose a la puerta y abriéndola sin siquiera sorprenderse de la fría mano que rodeo su cuello en tan solo un segundo. Esme gimió angustiada, consciente de que no era lo suficientemente fuerte como para pelear con ella, aún así se mantuvo al margen al ver la mirada que su esposo le dedicó.

- Te lo advertí.- murmuró acercando su rostro al del hombre, sus labios carmesí rozando la comisura de los de él;- Pero nunca me escuchas, Carlisle, ni siquiera cuando intentó ayudarte.

- Fue mi culpa.- murmuró adolorido y con dificultad, su mano aferrándose a la pequeña mano de la mujer;- Debí apoyarte, eras mi prometida. Pero, debes entender que Esme es mi compañera.

La risa sarcástica de Layla lleno la sala del pequeño departamento en el centro de Nueva York, la mujer alzó una ceja divertida señalando con su dedo a Esme y luego a Carlisle;- ¿Crees que mi corazón se rompió porque dejaste de amarme? - chasqueo la lengua con molestia;- Cuatrocientos años y aún así, tu pequeño cerebro no entendió nada ¡Me hiciste a un lado, Carlisle! ¡Te ayude luego de tu transformación y me desechaste como basura! ¡Gracias a mi no sigues matando gente y mira lo que eso me trajo!

- ¡Lo lamento! - gritó a duras penas, el agarre se intensificó alrededor de su tráquea y pudo sentir las largas uñas de Layla atravesar su piel;- N-No merezco tu perdón... P-Pero Edward es bueno... Por favor.

A duras penas lo dejó ir, el pesado cuerpo del vampiro golpeando el suelo de madera y siendo auxiliado rápidamente por su esposa. Layla se dirigió al gran ventanal que había en la sala, las calles estaba demasiado llenas para ser medianoche y podía escuchar con deleite el latido de todos aquellos corazones inservibles;- Hay algo más, ¿Qué es?

Carlisle se sostuvo de su mujer, sintiéndose extrañamente agotado y con la garganta seca, la mano de Esme rodeando la suya le dió el valor suficiente para revelar el verdadero motivo de su visita;- Si no vienes con nosotros Aro te buscará y hará lo que sea para que te unas a la guardia, sabes que eso es lo que siempre quiso.

- ¿Tu hija la vidente? - cuestionó recibiendo un sonido de afirmación de su parte;- ¿Qué más vio?

- Ellos ya tienen a uno de los suyos rastreando tu esencia.- respondió Esme arreglando la camisa de su esposo, sus manos inesperadamente temblorosas dificultando la tarea;- Es muy bueno y puede que no tengamos tanto tiempo como creamos.

- ¿Por qué no pudiste buscar a alguien más?- preguntó girando sobre sus talones con gracia y mirándolo directamente a la cara, un tinte de tristeza se notaba en sus orbes rojos apagados;- Tienes muchos contactos, Carlisle, ambos lo sabemos. ¿Por qué no pudiste respetar mi decisión de desligarme de ti?

- Por qué eres la única oportunidad que tenemos.- respondió con sinceridad, la culpa presente en cada fibra de su rostro;- Con solo tocarme cinco minutos absorbiste la mitad de mi vitalidad, con eso podríamos matar a Aro.

- No eres mi familia.- exclamó exasperada;- No te debo nada, dame una buena razón para ir con ustedes.

- Alice vio a tu compañero en una de sus visiones.

HONEY | twilight Donde viven las historias. Descúbrelo ahora