Capítulo 2

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Pov Obito

No podía dejar de verla bailar, la manera en la que movía las caderas y esa mirada penetrante con sus ojos jade… Tenía que tocarla, tenía que hacerla mía.

Soy un miserable idiota, ella nunca me miraría con esta espantosa cicatriz que tengo que tapar con esta ridícula máscara. ¿¡Estás feliz madre!? ¡Esto es tu culpa! Espero te estés pudriendo en el infierno. Ese bastardo me marcó para siempre.

Ella es tan linda, tan inocente… así como… yo cuando era un niño…. Era solo un niño y ellos… ¿cómo le pudieron hacer eso a un niño por Dios? Malditos sean… 

Cálmate Obito, no pienses en eso… no puedes cambiar el pasado. Tampoco tienes un futuro brillante ni nadie que te quiera… pero puedes hacer que te quieran ¿verdad? Ella te va a querer…

Hoy será la noche en la que me acercaré a ella, nada puede salir mal. Pronto serás mía preciosa y me amarás… lo juro!

Antes del secuestro de Sakura 

Ya está todo listo. Cruzo los dedos porque la dejen sola, siempre viene acompañada. En el momento que nadie lo espere la abordaré y la llevaré conmigo.

Me estoy desesperando,  entraré un rato, tengo que verla bailar.

Entro a la discoteca sin dificultad, llevo la máscara dentro del saco. Quizás me tuvieron lástima por mi horrible rostro. No importa… me siento en la barra a verla. Ahí estaba sola… ¿porque dejarías sola a ese ángel? ¿No saben que habemos muchos demonios esperando esa oportunidad?

¿Pero qué veo… quién es ese sujeto? ¿No querrás quitarme a mi Diosa, verdad imbécil?

Veo como la miras, la miras de arriba hacia abajo, la miras con morbosidad… leo tus intenciones en tu mirada lasciva. Quieres poseerla. ¿Quién no quisiera eso? No te culpo. ¿Pero ella, que quiere ella? Ella solo se merece lo mejor.

La molesta chica rubia y su noviecito se acercan. ¿Ya es hora de irse? Me levanto y salgo del lugar. En un momento ahí estaba ella sola… mi amada.

Es hora de hacer mi movimiento, me pongo la máscara y camino hacia ella.

—¿Qué haces aquí sola?

—¿Quién es usted?—dijo la pelirosa exaltada.

—Mi nombre no es importante. Verás te he estado observando y si no gritas y vienes conmigo no te haré daño.

Ella era lista, hizo lo que le dije. No hizo ruido alguno. La cargué y la llevé sobre mi hombro hasta que estábamos lejos de aquel lugar.

—¿Por qué haces esto?

—No quiero hablar aquí. Pronto llegaremos a mi casa.

Seguimos caminando hacia lo que yo llamaba casa. Era una casa pequeña abandonada en las afueras de la ciudad. Ni un alma se paseaba por ahí.

Al cabo de un rato llegamos, abrí la puerta para que ella entrara y me senté frente a ella.

—Eres una buena niña.

—Dime.. ¿Por qué me trajiste aquí, quién eres, qué quieres?—decía la pelirrosa a punto de llorar.

—Te escogí para que me ames.

—¿Amarte? Pero no te conozco y además usas esa máscara. No puedo ver tu rostro.

—No necesitas conocerme o ver mi rostro para amarme. 

—Al menos dime tu nombre.

—Tobi.

—Tobi… ¿Qué puedo hacer para que me dejes ir?

—Baila… baila para mi.

—¿Si bailo me dejaras ir?

—No lo sé. Pero si no bailas me enojaré y tu no me quieres ver enojado.

—Necesito algo de música.

—OK.

Me levanté y encendí una vieja radio que había encontrado en la basura. Aún servía. Para mi suerte pasaban en ese momento de la misma música que ella solía bailar en la discoteca.

La vi algo temerosa pero comenzó a bailar. Yo me senté a observar y mientras la música seguía ella se acercaba a mi. Sabía lo que yo esperaba. 

Comenzó a mover las caderas, las movía de un lado a otro y con sus manos recorría mis hombros y mi cabeza. Ella me volvía loco.

Me levanté y la tomé de la cintura poniéndola contra la pared. Sentí como su respiración era cada vez más agitada. Su pulso era acelerado.

Comencé a pasar mis manos sobre sus piernas subiendo cada vez más y acariciando su cuerpo sobre la tela de su vestido. Ella no decía nada.

—¿Me tienes miedo? 

—U-un poco.

Dejé de tocarla y me regresé a sentarme. Ella no sabía que hacer.

—Ven, siéntate conmigo.

Ella se acercó a mí y se sentó a mí lado.

—Se que un día me amarás. 

—No puedo amar a alguien que me tiene contra mí voluntad.

—¿Entonces me odias?

—No puedo odiarte porque no te conozco.

—Si me conocieras un poco me odiarías como yo me odio.

—¿Por qué te odias? ¿Es por esa máscara? 

Ella estaba a punto de quitarme la máscara pero me di la vuelta.

—No toques la máscara. No quiero que me veas.

—Lo siento.

—Si intentas escapar iré a deshacerme de tus amigos. ¿Entendiste?

—No les hagas nada. No me iré.

—Dime tu nombre. Dime quien es la dueña de mi amor.

—Sakura.

—Hermoso nombre como tu. Mi Sakura.

La tomé de la mano y la conduje hasta la habitación donde tenía una cama que con suerte había encontrado casi intacta.

—Aquí dormiremos.

Ella tenía miedo. Podía olerlo. Sentía como la poca lucidez que tenía se iba. Obito estaba por salir.. Esa parte de mi que odiaba al mundo iba a hacer algo malvado.

—Tobi… no… espera ¿que haces?...

🎭🎭🎭
Continuará...

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