Dicen que ser hijo único tiene más ventajas que desventajas. ¿Es cierto?.
¿Y si te sientes obligado a hacer algo que no quieres? ¿Y si solo por ser el primogénito estas sometido a tener una vida que no quieres?
Una vida completamente planeada pero no por ti, ¿a cambio de que?
Dinero...
Te pusieron en venta, te compraron y no hay nada que puedas hacer.
En aquella universidad había comenzado todo, era increíblemente gigantesca, muy fácil te perderías entre los pasillos sólo intentando encontrar tu clase, por suerte, habían señalamientos en cualquier pared para guiarte en tu camino.
Las reglas están hechas para poner límites y establecer el orden, una de esas reglas decía:
No correr en los pasillos.
Pero cierto azabache no parecía haber leído el reglamento universitario o simplemente se lo pasaba de un oido a otro. Aquel chico de ojos marrones corría por los pasillos de aquel lugar buscando con la mirada al chico que le había robado el aliento desde la primera vez que lo vio.
Sentía su corazón palpitar a un nivel anormal, tal vez era por la agitación del momento o porque estaba decidido a invitar a salir a aquel castaño.
Sea cual sea la razón...una sonrisa risueña apareció en su rostro cuando lo vio ocupado en su casillero.
–Lusuuuu! –gritó queriendo llamar la atención del castaño.
El de ojos rubí miro hacia la dirección donde provenía el grito y sonrió ligeramente mientras negaba con la cabeza.
–Quackity, está prohibido hacer alboroto en los pasillos –cerró su casillero para luego recargar su espalda sobre este mismo.
El azabache lo miró de arriba a bajo y no pudo evitar ponerse nervioso con tremenda pose de modelo internacional, soltó un suspiro y metió sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón.
–¿Estas ocupado? –preguntó intentando esconder sus nervios.
–Tengo clase de inglés en cinco minutos –respondió mientras miraba el reloj que se encontraba en su muñeca.
–Entonces seré rápido...–fruncio ligeramente el ceño para agarrar valor– Borja...¿Qui-Quieres salir conmigo esta noche? –preguntó con firmeza.
El castaño observó al menor sin ninguna expresión en su rostro, aquella invitación no le había disgustado pero tampoco era el mejor momento para hacerlo.
Estaba confundido y estresado con todo lo que estaba pasando, quería aceptar pero no podia, no quería rechazarlo pero...¿Cómo le explicaba a ese chico con rostro angelical...que entre ellos dos no podría haber nada?
Ni ese día, ni en una semana, ni en unos años...ni nunca.
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P̶R̶O̶H̶I̶B̶I̶D̶O̶ 𝔭𝔢𝔯𝔬 𝔫𝔬 𝔱𝔞𝔫𝔱𝔬. ༒︎𝐿𝑢𝑐𝑘𝑖𝑡𝑦ت︎༒︎AU
Fanfiction𝐴𝑚𝑏𝑜𝑠 𝒉𝑎𝑛 𝑡𝑒𝑛𝑖𝑑𝑜 𝑚𝑎𝑙𝑎𝑠 𝑒𝑥𝑝𝑒𝑟𝑖𝑒𝑛𝑐𝑖𝑠𝑠 𝑎𝑚𝑜𝑟𝑜𝑠𝑎𝑠, 𝑒𝑛𝑡𝑖𝑒𝑛𝑑𝑒𝑛 𝑒𝑙 𝑑𝑜𝑙𝑜𝑟 𝑑𝑒𝑙 𝑜𝑡𝑟𝑜 𝑦 𝑠𝑎𝑏𝑒𝑛 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑑𝑎𝑟𝑠𝑒 𝑎𝑝𝑜𝑦𝑜 𝑒𝑚𝑜𝑐𝑖𝑜𝑛𝑎𝑙. 𝑆𝑖𝑛 𝑒𝑚𝑏𝑎𝑟𝑔𝑜, 𝑛𝑜 𝑠𝑢𝑓𝑟𝑒𝑛 𝑝𝑜𝑟...