Lamentos en el fin del mundo

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Hoy podría contar las historias más hermosas para ti, la mujer que más amo, pero todo lo que me rodea es el resto de lo que fue alguna vez el mundo y solo tengo de ti tu brazo que pude salvar, no sé cómo pude sobrevivir ya 76 días después de que todo el mundo se derrumbó y aún guardo dentro de mí el dolor de no haberte podido salvar, todavía recuerdo todo de forma difusa como si acabase de suceder y créeme que me duele en lo profundo de mi alma.
Estábamos celebrando nuestro aniversario en el restaurante de Cherry Ville, uno de los más elegantes de los alrededores, tenías ese vestido rojo y largo que sabes que me encanta, cuando saliste arreglada, sentí que mi corazón se paralizó con tanta belleza, tu piel blanca y suave de porcelana contrastaba con el rojo de tu vestido y labial, tus ojos mostraban la frescura que solo se sentía a tu lado, y tu cara tenía una felicidad contagiosa que me mostraba todo lo bueno que este mundo podría dar, yo quise ser caprichoso con tus gustos, así que me puse la loción que te gusta y saque el traje blanco de smoking que solo uso en eventos especiales, me afeité y peiné hacia atrás para lucir como el día que nos enamoramos un sin fin de años atrás, íbamos en el carro que compramos a celebrar nuestra velada.

El sitio era muy amplio y había una tensión que erizaba la piel, puede que sea por las recientes noticias sobre cómo avanza la guerra entre las potencias mundiales por tercera vez, sin embargo, la música elegante y el ambiente de los de la clase social alta no dejaba de brillar como siempre, posterior a pasar por el amplio espacio de baile, nos sentamos en una mesa que daba con la vista a la luna llena que había en esa noche, pedí un vino tinto para esperar la cena, estábamos tan felices de estar juntos por ya cinco años compartiendo nuestros sueños y formando nuestro futuro, cuando instantáneamente todo empezó, la tragedia que me arrebató todo lo que quería se abría paso entre todo lo existente.

Lo primero fue una aeronave de tamaño pequeño que cruzaba el umbral de la luna, luego el sonido de una bocina de guerra que alarmó a todos los que la escuchaban, y en el horizonte un estallido que iluminó la escena como si fuera un amanecer, al ver la onda expansiva le dije a mi amada Judith que se cubriera debajo de la mesa, todos los cristales se rompieron con el estruendo, luego de mirarnos con temor comenzamos a correr fuera del lugar, no sabíamos por qué o incluso a dónde, no había lugar seguro ahora que lo pienso, pero el instinto es más dominante en momentos de peligro, un segundo estruendo sonó mientras corríamos hacia la salida y la ola hizo que todos cayéramos al piso mientras las columnas se quebraban, no tuve tiempo para delicadezas así que solo la ayudé a levantar y agarré su brazo con fuerza mientras la llevaba corriendo hacia cualquier lugar seguro, tenía mi mente llena de pensamientos y emociones, no quería morir como tampoco quería que ella muriera, pero a su vez no sabía qué hacer además de escapar del humo olor a muerte, nunca pensé en prepararme para situaciones tan irreales como ésta, momentáneamente tuve la esperanza de que estaríamos a salvo si llegábamos al bosque o por lo menos habría un poco más de paz.

Al lograr llegar a la salida las calles estaban en caos, el cielo nocturno se iluminaba de un rojo incandescente producto de las llamas y el fuego, los carros estaban estrellados por doquier, los edificios se caían, no obstante, logramos salir a tiempo. Las calles se teñían de carmesí y desesperación, solo se escuchaba el gruñir de los edificios mezclado con los choques de los autos, un curioso sonido metálico y el coro de los gritos de terror y llanto de las personas que sufrían a mi alrededor, solo corrí en dirección al bosque sin mirar a ningún lugar ni soltar la mano de mi querida Judith, admito que escuché varios estruendos en el proceso y sentí jalones de mi amada que supuse en mi torpeza que eran tropezones, pero no pude estar más equivocado.

Al llegar a la cima de una colina en la frontera entre las ruinas de la ciudad y el bosque imponente me detuve para dar un respiro y ver el estado de mi esposa Judith quien lleve a rastras hasta allí, o al menos eso creía, pero al contemplar solo llevaba su brazo, con piel blanca como porcelana manchada con un rojo sangre igual que su vestido, perplejo observé la escena cercana donde contemplé con dolor que sucedió con el resto de ella, por lo que aprecié una valla metálica cayó justo detrás mío y el metal de este tuvo un filo y contundencia lo suficiente como para cortar deslizado su brazo, mientras que el resto aplastó su cuerpo y cabeza, si existe un dios ¿cómo fue capaz de acabar así una sonrisa que ha de iluminar los días más tormentosos? ¿Acaso su crueldad es tan inmensa para arrebatar todo lo que tenia de un modo tan desastroso?

Puedo afirmar que antes, junto a ella, era el hombre más feliz que el mundo pudo conocer, pero ahora me he convertido en el sobreviviente más desdichado sobre las ruinas de aquel existir. Solo me restó el acercarme con lágrimas en los ojos corriendo a la escena, con la extraña esperanza que siguiera viva, por el contrario, solo contemplé con dolor los restos de una valla metálica los cuales han sepultado bajo sus escombros, no puedo perdonarme su muerte y merezco un castigo, no soy merecedor de encontrar un sitio donde vivir una nueva vida porque indudablemente, no merezco tenerla, pero tampoco podré descansar en paz, solo deseo andar entre las ruinas de este mundo fantasma e incandescente hasta el final de los tiempos.

Judith, en cualquier lugar que estés te imploro me perdones, estoy sentenciado de muerte a esta vida, donde sólo puedo verte en mis sueños, debajo de los escombros mientras tu mano amputada me sujeta aún con el anillo que juraría nuestra unión, y de ser lo último que me queda de ti no deseo soltarlo hasta que sea mi fin.

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