Nuestros paseos complicados

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Dos días después, domingo, llegamos a mi casa tras dar un paseo hasta ella.

Tenía bastante frío por el camino y Leo me abrazó contra su pecho.

Emmm... a ver, mi abuela no sabe que voy a tu casa, y mejor que no lo sepa porque si se entera probablemente no me deje ir.—le expliqué— Así que yo entro, le digo que voy a casa de una amiga a dormir, cojo mis cosas y te veo aquí en la puerta...¿Vale?

—Sí, supongo.

—Oye, oye, no estarás molesto ¿No?

—Yo, no.—dijo alejando su vista de la mía— venga que sino no nos da tiempo, entra.

—Eh, mírame.—le digo cogiéndole la mejilla para que me mirara.— Da igual, puedes entrar. Distraeré a mi abuela y pasas.¿contento?

Asiente mostrándome una sonrisa en sus labios. Tenía ganas de besarlo, y cuando le iba a hacer él se adelantó.

Me besó con esa calidez con la que lo hacía siempre, me parecía de lo más confortable esa sensación. Tras unos segundos aumentó la velocidad y acarició la punta de mi lengua con la suya. Jugamos un rato con ellas y decidimos entrar.

—¿Abuelaaaaa? ¿Estás en casa?—dije.

Mi abuela apareció detrás de un pasillo—Sí, sí,¿ que pasa hija?

—Abuela, verás, me voy a quedar a dormir en casa de una amiga.

—¿Qué amiga?

—Pues... emmm, e-es.

—No se preocupe señora que está en las mejores manos, en las mías.—dijo mi novio entrando por la puerta principal.

—¿¡Qué haces!?— gesticuló mi boca mirándole.

—Verá señora, su nieta se quedará conmigo a dormir, porque necesito ayuda con algunos trabajos de clase.

—Sí, abuela. Por eso vengo a coger algunas cosas.

—Claro, claro. Y yo nací ayer, tirad, antes de que cambie de opinión.

— ¿De verás, abuela?, no se lo digas a mamá y papá de momento, por favor.

—Sí, sí. De acuerdo, venga.

—Gracias señora.

Subimos al ascensor y le digo divertida —¿Pero como entras ahí? Así tan... tan fácil.

—Porque ibas a estropearlo todo inventándote lo de tu amiga.

—Ahora se lo dirá a mis padres.

—No si se lo dices tú primero.—dice levantando las cejas.

—Si se lo dices tú, vale.

—Por mí, ahora mismo.

—No,no, mejor mañana o pasado.

—Ajá—dice soltando una sonora carcajada.


Cojo lo necesario: pasta de dientes, el cepillo, un peine, un cargador de móvil, la mochila con el archivo, maquillaje y ropa para el día siguiente.

Salimos de mi casa y vamos paseando a la suya.

Llegamos a su calle y vimos a un hombre raro, lo ignoramos y seguimos nuestro camino.

Tiempo más tarde nos dimos cuenta de que el señor seguía cerca de nosotros.

Y llegó un momento en el que el hombre me agarra del brazo y tira de mi hacia él.

Cuando se trata de amor, se trata de ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora