Un pequeño suspiro salió de mí, no lo hubiera notado si no hubiera sido por el suave y sutil vaho que salió de mi boca al hacerlo.
Parecía estar en automático, si mi cuerpo dependiera de estar consciente para respirar lo hubiera dejado de hacer desde hace mucho.
Mis ojos estaban dispersos. Estaba mirando un punto pero a la vez no miraba realmente nada.No sentía mis piernas, mi cuerpo estaba helado y mis manos se entrelazaban vagamente en mi regazo intentando mantener el poco calor que emanaba mi cuerpo naturalmente.
Una ráfaga de viento jugó con mi desordenado cabello, creando un escalofrío en mi inmóvil cuerpo haciendo que este se erizara. Mi vista por primera vez en mucho rato decidió posarse en mi brazo. Me quede allí observando como mis bellos bajaban y las pequeñas bolitas en mi piel desaparecían lentamente.
Mi reloj de mano marcó las 3:30 a.m, todo estaba realmente oscuro y lo poco que se veía era gracias a la vaga y suave luz de los faroles que rodeaban el parque. Me percaté de que llevaba tres horas estática en aquel incómodo columpio y decidí no recordar por qué estaba allí.
De repente mis ojos detectaron un leve movimiento y no tardaron en seguirlo, pensé que debía ser cualquier cachorro callejero o algún gato escurridizo pero al encontrar el origen de aquel movimiento mis cejas se arquearon levemente al ver que se trataba de una pequeña niña de no más de cinco años.
Estaba en la puerta de una casa y note por la malicia en su cara que se había escapado, pero cuando aquellos ojos tan pequeños como una canica chocaron abruptamente con los míos su mirada se suavizó, sus expresiones ya no eran de malicia sino que me miraba con... ¿curiosidad?, decidí no hacerle ningún gesto pero tampoco aparté mi vista de ella.
Seguía allí... mirándome así que decidí suavizar mi mirada y regalarle una muy pequeña sonrisa apenas notoria, me sorprendió que apenas lo hice ella me regaló también una suya tan pequeña como la mía, decidí probarla y arqueé mis labios haciendo notar la sonrisa un poco más. Y como un espejo fui correspondida y ella hizo lo mismo.
Su mirada llena de inocencia y curiosidad por conocer el mundo me ablando el corazón al recordarla a ella...
A esa pequeña niña con una mirada igual de dulce y una sonrisa extravagante...
A mí...A esa niña que ahora se oculta tras un cascarón duro y manchado que perdió el brillo. Un cascarón cruelmente tachado con notitas como "perra", "zorra", "puta" y demás nombres que me pusieron con el tiempo injustamente.
Esa niña herida que se oculta en lo más profundo de aquel manchado cascarón para evitar que apeguen más esa mirada a la que le arrebataron la inocencia y la llenaron de dolor.
En un segundo la mirada que conectaba a aquella pequeña bajo el marco de la puerta con la mía fue bruscamente desconectada por una mujer joven que la acogió entre sus brazos y la llevó hacia adentro cerrando la puerta de un suave golpe mientras oía como regañaba a la pequeña.
***
Cuando mi mente volvía a la atosigante realidad, mi reloj de mano marcó las 5:30 a.m y el día se encontraba lo suficientemente claro como para que los faroles se fueran apagando uno a uno, oía como algunas puertas de las casas que rodeaban aquel parque empezaron a abrirse y de allí salía gente a trabajar, estudiar, o realmente a cumplir cualquier labor que tenían que a mí realmente valía mierda.Decidí moverme para pararme e irme de ese lugar, pero al primer movimiento mi cuerpo se sintió adolorido al estar durante tanto tiempo fijo en ese incómodo columpio. Pero decidí ignorar aquel dolor fastidioso y emprendí el camino hacia mi casa que se encontraba a unas calles de allí.
Luego de cruzar varias calles con mi cara de "te me acercas y te mato" a lo lejos vi mi casa. Decidiré dejar la modestia a un lado y describir mi casa como lo que era, grande y con ciertos lujos que no se ven en ciertas casas muy comunes pero sí en las que rodeaban a la mía ya que el lugar donde vivía no era el más lujoso pero era muy cerca a eso, era algo... acomodado.
Pase por el pequeño jardín y crucé la puerta de entrada para encontrarme con mi Nana y mi madre desayunando en la mesa. Y pude notar la diferencia que tenían sus expresiones al verme.
Mientras mi Nana me miraba con su rostro dulce y expresiones suaves que me comunicaban un "Gracias al cielo llegaste bien". Mi madre por otro lado me miraba con total desaprobación y una mirada que sentía que criticaba cada cabello en mi cabeza.-Hasta que te dignas a llegar Marilyn -Soltó mi madre como una escupa de saliva hacia mí, sin una gota de interés por saber algo más que, por que no estaba arreglada.
-Me alegra que llegarás bien Mar, ¿Donde estuviste cariño?, te ves algo cansada, deberías acostarte un rato. -Soltó mi Nana con preocupación mientras levantaba los platos de la mesa.
-No se va a recostar Lucia, Marilyn se tiene que arreglar para ir al instituto. -Volteó a verme de nuevo con su maldita mirada de desaprobación y decepción. -Me escuchaste, sube y arréglate yo ya me voy.
Agarró su fea y obstinada maleta, al pararse de la mesa arregló su falda de tubo y se peinó un poco su apretada coleta. Mamá siempre se iba a trabajar a esta hora, era una de las mejores empresarias de la ciudad, su negocio no llevaba mucho tiempo, lo había sacado adelante junto con mi padre pero desde la ausencia de él ha sido mucho más duro al ser también cabeza de hogar.
Paso por mi lado y trato de arreglar un poco mi desordenado cabello al despedirse, procedió a despedirse de Nana y salió por la puerta como si el corredor fuera una pasarela mientras sus asquerosos tacones rojos resonaban por toda la casa como el trote de un maldito caballo.
Yo que no había soltado una sola palabra desde que llegue procedí a subir las escaleras hasta llegar a mi habitación ignorando lo que sea que me había dicho la Nana. Decidí hacerle caso a mi madre que parecía más una madrastra y me metí al baño para arreglarme para ir al instituto.
Y... fingir que estaba relativamente a la vista de todas esas personas asquerosas, bien.