epilogue

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Siete años habían pasado.

Años en los que Alexis soportó el dolor de aquella pérdida tan grande que tuvo, cuán frustrado se sentía por habérsele arrebatado alguien tan preciado como su maravilloso padre.

Ese que lo cuidó con todo el amor del mundo y le hizo ver que podía solo, que nunca necesitaría de alguien más para darle una buena vida. Le dió una buena infancia, y aunque en su adolescencia lamentablemente no pudo estar, él creía que, al igual que su abuela, lo observaba y cuidaba desde el cielo; así como su abuelita Claudia hizo con su padre.

Acarició la lápida de cemento una vez más, dedicándole una pequeña sonrisa. -Ya tengo novia, papá- informó, y su sonrisa se ensanchó al sentir el roce de los dedos finos de María contra la piel de su palma. -Hace unos cuantos días vi a Iván... Me atendió en un restaurante.

Tragó saliva y dudó en seguir contando; el nudo se apoderó de su garganta y con un suspiro dejó a sus lágrimas escapar, deslizándose suavemente por sus pómulos brillantes. Continuó; -Me reconoció de inmediato, por mi nombre y mi apellido... Preguntó por ti- rió incrédulo, su voz sonaba molesta, y realmente lo estaba, le guardó rencor a ese chico luego de leer lo que sufrió su padre gracias a él, -le dije que estabas muerto, y... Se puso a llorar. Estúpido.

Fue recibido en los brazos reconfortantes de su pareja, y el beso que dejó en su cabeza apaciguó el fuego que había dentro de su alma; dolor. Consiguió estabilizar su respiración, al igual que sus lágrimas, y se dirigió a la tumba nuevamente, dispuesto a seguir hablandole.

-Espero que mi muerte no esté tan lejana y pueda estar con ustedes pronto, papá. Te amo, jamás dejaré de amarte- tomó aire, -gracias por tanto, gracias por haber sido un padre tan maravilloso...

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