Iniciarse en el despertar espiritual.

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No existe absolutamente ninguna posibilidad de que una publicación en lengua escrita logre explicar los pasos que se deben seguir para alcanzar una dimensión espiritual. Sé que puede sonar ridículo pero es así. Cuando tenía veinte años rechazaba todo lo que tenía que ver con la espiritualidad porque me sonaba a catolicismo; sin embargo, sí caía en profundísimas crisis románticas. A día de hoy, todavía continúo cayendo en ese tipo de crisis, pero son mucho más controlables. No sería capaz de explicaros como he sido capaz de manejarlas tampoco en una publicación, y sospecho que ustedes también han aprendido con los años algunas cosas que tampoco sabrían como transmitir al resto. El caso es que hay que vivir la experiencia para poder sacar algo de ella, y por eso mismo ninguna publicación podría enseñaros nada. Únicamente podría inspiraros, y a eso aspiro. A inspiraros.
En este aspecto, la poesía resulta mucho más interesante que la prosa, sobre todo si se trabaja con imágenes que traten de expresar estados y sensaciones corporales. Dicho así, podríais preguntaros porque no me estoy dedicando entonces a la poesía. Sencillamente últimamente me aburre la poesía, no soy capaz de conectar con ella, y llevo demasiado tiempo peleado con ese tipo de poesía desde que sufrí un fuerte desencanto amoroso allá en mi veintena, pero creo que mis problemas sobre el amor se remontan a mucho más atrás, más bien a etapas infantiles y relaciones maternales. Mi mamá era muy amorosa pero era médico y nuestra relación en ocasiones era puramente clínica, lo que no es demasiado tierno en sí. De todas formas, a mi hermano le va bastante mejor que a mí en el amor así que echar la culpa a la crianza en este caso no me sirve. En verdad nací en un hogar puntualmente bastante amoroso.
Como ya dije, no existe ningún tipo de palabra que pueda describiros lo que es la espiritualidad, así que más os vale buscaros algún tipo de líder espiritual tipo un terapeuta o algún familiar/amigo medio gurú si es que estáis pasando algún tipo de crisis o si sencillamente estáis interesados en vuestro desarrollo. Lo que sí os puedo decir es que su práctica es capaz de llenar vuestro corazón y tratar gran parte de vuestros males. En realidad, no es ninguna coincidencia que históricamente las enfermeras hayan sido monjas ya que la Iglesia concentraba la espiritualidad que es un gran arma sanadora. No digo que dejéis de medicaros con antibióticos ni que os volváis antivacunas, pero lo espiritual cura gran parte de los males mentales y gran parte de los males físicos vienen de lo mental.
La sensación espiritual es de plenitud, de conexión con el mundo. De una calma que lleva a la creación, que te hace descubrir quien eres realmente y te lleva a realizar con gusto todo aquello que debes realizar. Todo para lo que has nacido. La meditación no es en absoluto una herramienta de vagos y porreros, aunque admito que a muchos vagos y porreros le encandile, sino una técnica que completa y motiva. Que lleva al movimiento desde la felicidad y no desde la neurosis.
Un sujeto centrado sabe exactamente cual es su lugar en el mundo y en lugar de moverse por el miedo, la ira o la envidia, lo hace desde posiciones mucho más interesantes, útiles y plácidas. Un ser de estas características sería capaz de leer un texto disfrutando y maravillándose ya que cada texto es escrito en unas circunstancias distintas y por tanto hay algo de novedoso, algo de lo que aprender. Una persona descentrada no es capaz de ver la novedad. Cree entender las palabras que lee cuando entender a través de la palabra resulta imposible. Como dije, con suerte lograrás que te inspiren pero nunca otorgarán conocimiento profundo.

MeditacionesWhere stories live. Discover now