Capítulo 7 🔱

490 47 22
                                    

ACLARACIÓN IMPORTANTE: Cuando vean estos símbolos en medio de un dialogo en el que este presente Khan (« ») significa que hablan en leguaje de señas a la vez que vocalizan, ya que como mencione previamente, Khan es sordo de nacimiento, pero quedo mudo por un acontecimiento en el que casi pierde la vida.

«Si quieren paz, las naciones deberían evitar los pinchazos que preceden a los disparos de cañón».

—Napoleón Bonaparte.

Rowena

La fatiga en mi anatomía fusionada con la pesadez del mismo hace que mi intento de sentarme del lugar en el que estoy recostada sea completamente fallido. Me vuelvo a tumbar como si tuviera un elefante encima. Al menos la superficie en la que estoy es suave y acolchonada, no parece ser la de una cárcel imperial.

Mi garganta por otra parte, está seca, y me da cierta comezón imposible de apaciguar, no me permite formular tan solo un quejido mientras que mi nariz se mueve cuando detecto un polvo que me resulta muy familiar. Polen. Un aroma peculiar, que solo he olido en un solo lugar.

Me dispongo a abrir mis parpados con lentitud, adaptando la imagen distorsionada que al inicio vi a una más visible. Reconozco el techo de madera, las vigas, y las fisuras en el material que repare cuando empezaron a gotear en las tormentas.

Estaba en casa, en lo más profundo de los bosques de Cozen. El oxígeno vital que escaseaba en mis pulmones pareció volver a circular por mi organismo, y lo demostré dejando salir una bocanada de aire para después inhalar una vez más. El alivio que recorrió mi pecho fue como una brisa de esperanza, pero tan bien como un balde de agua fría,

Por los dioses, otra vez aquí.

Siempre volvía aquí, pero no pensé que sería tan rápido.

La puerta abriéndose de golpe me hizo girar la cabeza, y al instante vislumbre a un pequeño cuerpo dirigiéndose hacia mí con un notable entusiasmo, un torbellino incontenible. Se trataba de Khan.

Y antes de si quiera darme cuenta se lanzó sobre mi regazo, rodeándome hasta donde podía con sus cortos brazos de niño.

Retuve un pequeño gemido bañado de dolencia por la molestia de mi herida de bala que vi que esta vendada con mucha profesionalidad. Le devolví el gesto a Khan a pesar de eso, acomodándolo en mi pecho a la vez que hacia el intento de sentarme en la cama. Acaricie su melena negra, liza y brillante con una mano sonriendo sobre su cuero cabelludo.

—Hola, marinero —Le salude en voz alta con la voz quebradiza, aun sabiendo que él no podía escucharme. Fue algo que hice sin pensar, guiada por el consuelo de saber que estaba intacto.

Sacó su rostro de mi pecho, y me observo con la sonrisa más inocente que alguna vez presencie. Es invaluable lo que mis orbes ven en un niño que ha sufrido tanto, que aun mantenga cierta candidez en su alma infantil. Añoro y aspiro que mantenga esa sencillez al crecer.

Ladea su cabeza un poco y después señala detrás de mi algo, le sigo la corriente hasta que encuentro una jarra de agua con un vaso medio lleno sobre la mesa adyacente a mi cama.

Voy a pensar seriamente en la posibilidad de que este niño está desarrollando habilidades telepáticas, o tal vez su capacidad de razonar es mucho más madura para su edad.

El sonido de otros pasos hacerse presentes fuera de la habitación me sacan de la burbuja enternecida en la que me sumergí mientras tomaba agua y sentía me garganta volver a la vida.

Segundos después, la figura trajeada en un simple vestido naranja con más largas y escote circular de Wen entra respirando agitadamente. Me atrevo a elucubrar que estaba buscando a Khan con desespero, inclusive hasta había dejado su bastón quien sabe dónde.

La Venganza De Los Siete Mares ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora