Capítulo 16 🔱

555 53 42
                                    


«Todos llevamos dentro el cielo y el infiernos».

—Oscar Wilde.

Rowena

Su respuesta positiva me dejo sin palabras para luego ser remplazada por una sensación de alivio. No creí que fuera a ceder de tal manera, tan fácil. Sé que el tienes sus intenciones, y yo igual. No deberían interesarme, sin embargo, sabiendo toda la verdad de lo que sucedió el día de la gran traición, hay una llama de curiosidad que no se apaga en mí.

—Ya hemos hablado, ahora toca demostrarlo, su majestad —digo, estando más cerca que antes, y la verdad no sé cómo llegamos a esta posición. Ninguno de los dos parece atreverse a cortar este hilo de tensión que nos separa. —. La igualdad de condiciones se mantiene en todo momento. Lealtad hasta que cada socio consiga su cometido. No hay espacio para el fallo. La traición, rompe la sociedad y se paga con la muerte.

Sus ojos barrieron mi rostro con detenimiento, me analizaba.

—Es justo. Me convenció con el hecho de que tenemos la vida del otro en juego —Llevo sus manos atrás de su espalda, irguiéndose, viéndose mucho más grande si eso era posible. Parecía una gran bestia, observando a una jugosa presa. —. Debe ser consciente, de que no soy un hombre benevolente. La misericordia, no es algo que nazca de mí. Castigarla por haberme traicionado no me tocara el corazón, señorita Yvane.

Haberlo vivido en carne y hueso cada batalla, oído y sentido el sufrimiento de miles de personas víctimas de su caos me hacían muy consciente de con quien estaba tratando.

El hombre ante mí, ha devastado a mi imperio por trece años. Tiene el poder para seguir haciéndolo, e inclusive hacer que desaparezcamos si él quiere, porque sus dominios sobre el mar, su poder, puede llegar a ser el arma más mortal a la que nos hayamos enfrentado, y ni quiera los prototipos de armas que el imperio Sweven quiera hacer podría contra ello.

Este es un pez gordo.

—No se preocupe, yo tampoco sentiré algo cuando me toque hacer lo mismo —Dirigí mi mano a mi pecho, justo donde mi corazón late. Y este traicionando mi pensar tranquilo, golpea mi pecho con su palpitar acelerado. —. Aquí no habrá remordimientos, y en mi mente mucho menos.

Por unos instantes, su atención se posó en la mano en mi pecho, como si quisiera descifrar lo que implicaba o tal vez se detuvo a detallar las joyas que llevo. Cualquiera que fuera la razón, no ayudaba a apaciguar el ritmo de mi órgano vital, y eso me desespero.

De seguro piensa que las robe. Qué más da.

—Ya con todas condiciones puestas, podemos ir grano —Decidí tomar distancia, y alejarme de su imponente figura, antes de que notara que empezaba a afectarme. El no pareció inmutarse y solo siguió mis pasos con cuidado, intrigado por mi siguiente jugada. —. Necesito que venga conmigo al imperio Sweven porque es una de las condiciones que se me impusieron para poder venir aquí, pero para eso, debo imaginar que ahí surgen sus intereses. Díganme, su majestad, ¿Qué necesita usted de esta simple pirata que le es tan vital?

Volví a posarme cerca del balcón, apreciando el atardecer, que hacia brillar todo el pueblo más allá de este palacio. La ilusión me invadió. Espero al menos conocer una pequeña parte de lo que hay allá afuera.

El aire fresco que entro por el balcón alboroto mi cabello, y agito la tela de mi atuendo, erizándome la piel con su roce suave. Gracias a él, pude respirar hondo y hacer el intento de calmar esa parte de mí que no concordaba con mi pensar.

La Venganza De Los Siete Mares ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora