Ninfa se echo a reír a estrepitosas carcajadas.-¿Todas las penas del mundo?- le cuestionó antes de beber un poco- ¿Quién te crees que eres? ¿Jesús?- Ninfa volvió a reír, pero más recatada en esa ocasión- ¿Eres uno de esos poetas malditos o escritores oscuros? Esos que sufren de un hastio filosófico y se enorgullecen de eso como si los hiciera superiores al resto de los mortales...esos son los peores- agregó con desprecio.
-Parece que los conoce muy bien- le comentó Mojito con una sonrisa leve que escondía su inconformidad, su desdén.
-Los filósofos y artistas desfilan por lugares como estos creyéndose la gran cosa porque según ellos ven la belleza donde otros solo ven decadencia. Llegan aquí como las moscas a una plasta de mierda- le dijo Ninfa que saco un cigarrillo de su escote.
Mojito la vio buscar algo entre su escaso atuendo. Adivino que era y le acercó su encendedor para que ella disfrutará del humo del tabaco.
-Lindo ¿Es de oro?- le preguntó la mujer al coger el encendedor de la mano de Mojito.
-Sí...- contestó él mientras veía a la mujer examinar el objeto con curiosidad más que con interés- Tienes cara de escritor. Pero ellos no usan cosas como esta, Mojito. Cuéntame...cuáles son todas las penas del mundo. Conozco unas cuantas, pero no todas.
-Exagere. Le pido me disculpe- le dijo él recuperando el encendedor que guardo en el bolsillo de su abrigo.
La mujer descanso su rostro en su mano y miró a Mojito con una melosa expresión. Su cigarrillo desprendió algo de ceniza sobre su trago mientras ella estiraba su brazo izquierdo hacia él. Le tomó un mechón de cabello y lo sostuvo entre los dedos sin que él le pidiera lo soltara.
-Eres muy delicado- le dijo Ninfa.
Mojito le tomó la muñeca y le apartó la mano con cuidado. Hizo aquello sin mirarla, pero cuando sintió la textura de la piel de la mujer bajó sus ojos a aquel tramo del escuálido cuerpo de la mujer. Observó entonces, con atención, la piel de esa Ninfa que lo veía como un hambriento ve un trozo de pan tras el escaparate. Los ojos de Mojito subieron por el brazo de la escuálida ramera que sentía esas pupilas sobre ella como un viento suave y frío que barría su dermis erizandola tramo a tramo. Él era ajeno a las sensaciones que causaba, sin intención, en la mujer. Estaba interesado en otra cosa. Después de un rato la soltó y volvió su mano a la copa de su bebida, terminando bruscamente con el deseo de Ninfa que apretó las piernas y se abanicó con la mano.
-Creo que perdí está apuesta- dijo viendo la botellas del otro lado del mostrador- Tú debes entender mejor que muchos lo que es sentirse un despojo de la humanidad...
La voz de Mojito era educada y hablaba bajito. Como sino quisieran le escucharan. Aún así esa declaración sonó fría y letal como el hielo. Otra mujer se hubiera ofendido. Ninfa había oído cosas mucho peores y palabras como esas no hacían mella.
-Sí la victoria es mía podemos ir a mi cuarto. Está atrás- le dijo la mujer pasando por alto la mirada que él tenía en ella. Fue la sonrisa cruel que se dibujo en aquella boca la que le advirtió a Ninfa todavía no había ganado.
-Puedo saber ¿por qué eligió un oficio como este?- le preguntó Mojito.
-Se supone vas a contarme tus penas no a oír la historia de mi vida- le señaló Ninfa un poco molesta.
Mojito cerró los ojos y se sonrió.
-Dice que los escritores y filósofos frecuentan sitios como este sintiéndose superiores a quienes aquí encuentran. Está usted equivocada, Ninfa. Ellos vienen aquí para sentirse mejor. Son como un enfermo que visita un asilo de moribundos para decirse que él no está tan mal. Que aún tiene esperanza- le explicó Mojito- Algo patético en especial para tan ilustrados hombres que se jactan de despreciar los vicios que corrompen la humanidad. Pero muy consecuentes con sus vidas bohemias que convierten en una marca de los concientes. De los iluminados intelectos que nada hacen por mejorar el mundo que tanto critican y por el que se lamentan.

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Desapasión
FanfictionLa pasión y la resignación se encuentran para librar una contienda ¿Quien es quién? Eso es lo que hay que averiguar.