Capítulo 6

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A Ace le costaba respirar. Intentaba una y otra vez coger aire, pero no podía, le dolía el pecho. Marco le movió bruscamente la cabeza hacia un lado mostrando el cuello, hasta que, de repente, el conde se arrodilló, cubriéndose la nuca, mostrando a la señora que le sacó del ataúd con un candelabro en la mano.

Mientras Ace recuperaba la respiración, Marco se levantó con rapidez gruñendo muy enfadado, se giró hacia la señora, la miró con mucho odio y decepción, para luego hablar:" me has decepcionado, señorita Luisa ". Después de decir eso, le pegó un manotazo que la hizo volar hasta empalarla en un hierro suelto que había. La señora miró al joven y le sonrió para luego morir colgando del hierro, mientras su sangre corría por su cuerpo hasta aterrizar en el suelo.

Ace quedó horrorizado de lo que había contemplado. Luego su cara fue movida bruscamente por el conde para que le mirara a los ojos. El joven intentó zafarse del agarre del conde sin éxito. Lo había llevado al despacho de un abrir y cerrar de ojos, acorralándolo contra el sofá en el que estuvo hace unos días.

El pecoso seguía y seguía intentando zafarse del agarre del conde hasta que un manotazo lo dejó perplejo, dejando de moverse y mirando hacia otro lado. "Por fin dejas de moverte, señor Portgas", escuchó decir al conde con algo de burla. Ace se giró hasta encontrarse con los ojos del conde, para luego fruncir el ceño y escupir:"¡ VETE A LA MIERDA, LOCO DEGENERADO!". El conde se rio ante eso.

Marco lo agarró del cuello de nuevo y lo llevó a rastras hacia su habitación. Cuando llegó, lo lanzó a la cama y, de un movimiento rápido, el pecoso se encontraba acorralado entre la cabecera de la cama y el conde con sus manos sobre su cabeza.

Hubo un silencio hasta que Marco decidió hablar:" Bueno....señor portgas llegó su hora, ya no podrá uir más, esto de jugar al gato y al ratón se acabó ". Ace al escuchar eso frunció el ceño " se piensa que esto es un juego " pensó el joven histérico.

Marco lo miró de arriba a abajo para luego sonreír, acercándose a su cuello, a lo que Ace intentó zafarse  pero no pudo. El conde se siguió acercando hasta estar cerca de su cuello.

Ace cerró los ojos por la sensación de colmillos clavándose en su cuello y sintió escalofríos al sentir una terrible sensación se succión. El pecoso se dio cuenta de que su vida se estaba yendo, empezaba a ver todo borroso hasta que todo se volvió negro.

Marco se separó del cuerpo inerte del pecoso con una sonrisa y luego dijo:" Despertarás pronto, mi luciérnaga ".

Bajo la luz de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora