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Ascendente Escorpio
Un mismo hombre rara vez es grande y
bueno.
Winston Churchill
Un escorpión y una rana están sentados a la orilla de un
río, y ambos tienen que pasar al otro lado.
—¡Hola, señora rana! —llama el escorpión por entre los
juncos—. ¿Sería usted tan amable de pasarme encima de su
lomo al otro lado del agua? Tengo algo importante que hacer
en la otra orilla. Y con esta corriente tan fuerte no puedo nadar.
La rana de inmediato sospecha.
—Bueno, señor escorpión —contesta—, me parece muy
bien que tenga usted cosas importantes que hacer en la otra
orilla del río. Pero piense un momento en lo que me está pidien-
do. Usted es un escorpión. Tiene un aguijón muy largo al final
de la cola. En cuanto me lo suba a usted al lomo, su naturaleza,
inevitablemente, será picarme.
El escorpión, que ya había pensado en las objeciones de la
rana, le contesta:
—Mi querida señora rana, sus reservas son perfectamente
razonables. Pero está claro que no tengo interés alguno en pi-
carle. Necesito ir al otro lado del río, de verdad. Y le doy mi
palabra de que no le pasará nada malo.
De mala gana, la rana acepta que lo que dice el escorpión
parece cierto. Así que permite al rápido artrópodo que se le
suba al lomo. Y allá van los dos, al agua.
Al principio todo va bien. Todo sale según el plan que ha