Tenía miedo de que esto no fuera real, que fuera un sueño y al despertarme volvería a mi triste realidad. Pero no era así, estaba aquí junto a Brooke. Me estaba sintiendo el hombre más feliz en estos momentos, pensaba que no había persona más feliz que yo ahora mismo. Habían sido cuatro años duros, sin ella, sin saber absolutamente nada de su vida. Durante mucho tiempo le pude preguntar a su padre sobre ella, pero yo era incapaz de ver a su padre a los ojos. Siempre había sentido admiración por la familia Roberts, por su abuelo y por su padre. Cualquiera que quiere ser piloto se fija en ellos y lo admiran. Han sido los mejores pilotos de la historia, sin lugar a duda, pero también el padre de Brooke, William, había sido el enemigo de mi padre. La rivalidad había traspasado una generación a Nicholas y a mí. Los dos nos comportábamos como absolutos idiotas fuera y dentro de la pista. Cuando acabamos, me tumbe a su lado y después de tanto tiempo volví a sentir paz. Era la misma paz que tenia como cuando me subía en el coche. Ella se había quedado dormida en mi pecho y yo no podía dejar de mirarla. Ni siquiera me importó la hora que era y que dentro de poco tenía los libres, me daba absolutamente igual. No me quería mover de aquí porque tenía miedo de no volverla a tener entre mis brazos. Yo también cerré mis ojos, sin importarme nada más en el mundo que estar con ella.
Daba gracias a que Brooke tuviera el sueño tan profundo porque mi móvil comenzó a sonar, era mi padre.
— ¿Qué quieres? —Pregunté con un tono bajo para intentar no despertar a Brooke, aunque sabía que eso era imposible, ella ni con una orquesta se levanta.
— ¡¿Dónde mierdas estás?!—Chilló mi padre y a pesar de estar hablándome por el móvil casi me deja sordo —Los libres están apunto de empezar y no estás aquí.
— Ya voy, he tenido un contratiempo —Le colgué.
Sabía muy bien como era mi padre, la peor persona del mundo y sabía que estaría muy cabreado, pero no me importaba llegar tarde, aunque tenía que irme.
— No te vayas —Ella tenía los ojos cerrados, su tono era suave, cálido y yo juraba que lo decía en sueños.
Le acaricié la mejilla y se la besé. Ella aún seguía durmiendo y seguramente no se acordaría de esto al despertarse, pero esto estaba en mi mente y con eso me bastaba. No solo me consideraba el hombre más feliz ahora mismo, sino el más afortunado.
Cuando llegué al circuito, mi padre tenía cara de enfadado, aunque era su cara normal. Siempre estaba enfadado, vivía con ese sentimientos. No me dijo nada al verme entrar en el garaje y menos mal. Tampoco había llegado tan tarde, aún quedaba una media hora para que empezaran los libres. Ben estaba ya aquí y en cuanto me vio aparecer se me quedó mirando. Me sentí analizado por él y parecía que estuviera intentando leerme la mente. La verdad es que daba un poco de miedo.
— Tú nunca tienes chupetones, solo cuando...—Dejó de hablar y abrió la boca, parecía que hubiera visto a un muerto —¡Te has acostado con Brooke!
— Habla más alto, que te escuchen todos —Ironicé. Había exclamado tanto que tenía miedo de que el resto del garaje y del Pit Lane hubieran escuchado a mi mejor amigo.
— Díos mío —Se llevo las manos a la boca —¿Vosotros dos no podéis estar ni un minuto sin poneros las manos encima? Que si te quiero, que si me odia...no hay quien os entienda. Y estás feliz, eso es algo raro en ti.
— Déjame —Dije sin poder evitar sonreír —¿No puedo estar feliz?
— Ay, James, mi querido amigo...Sigues completa y locamente enamorado de ella.
Tenía toda la razón del mundo y seguramente no sería lo mejor. Incluso se me había olvidado la existencia de Sofia. Ella no se merecía que yo la engañara de esta manera pero tampoco me sentía mal. Desde luego era un completo gilipollas que hace todo mal. Lo único que se me da bien es conducir un coche de Formula 1, y nada más.
Miré de nuevo a mi padre, con su mirada ya sabía que me tenía que meter en el coche. La verdad es que los viernes eran un poco duros, dos sesiones de libres de una hora cada sesión. Te pasas casi todo el día aquí y cuando llegabas de nuevo al hotel ya era de noche. Cuando me puse mi casco y entré en el coche no podía dejar de pensar en todo lo vivido hacia unas horas. Mi vida siempre había sido caótica pero no esperaba que hoy el día empezará así. Que Brooke me dijera que no me culpaba de la muerte de su hermano era lo que necesitaba oír. Me había culpado durante años de ese accidente. Incluso llegué a pensar en retirarme, con tan solo diecinueve años. Había estado semanas en coma y cuando me desperté, a la primera persona que me encontré fue a Brooke. Ella estaba a mi lado, dormida en una de sillas. Me desperté aturdido y me costó procesar donde estaba. Miré a mi pie, lo tenía vendado con un yeso, al igual que mi brazo izquierdo. Sentía dolor en todo el cuerpo e incluso en la cara. Después de estar un buen rato mirando a Brooke, era mi pasatiempo favorito, ella despertó. Tenía una mirada rara y su sonrisa reflejaba melancolía. Lo primero que hice fue preguntar por Nicholas, por su hermano y cuando llevaba yo aquí. Me contestó que llevaba un mes, que había estado aquí, en coma durante un mes mientras todo el mundo seguía con su vida. En cuanto dijo eso sentí como si me taladraran la cabeza, fue un dolor horrible. Después, contestó a la pregunta de su hermano. 'Mi hermano...él...ha muerto. Tú has ganado el campeonato', esas fueron sus palabras. Ni siquiera la miré y mi respuesta fue 'No quiero que estés aquí'. Sabía que me iba a odiar porque su hermano había muerto, era su hermano, yo simplemente era su pareja, su novio, no era un familiar. Seguí diciéndole que no podíamos estar juntos y luego le dije las palabras que siempre me arrepentiré de decir. No sé porque lo dije pero preferí a que me odiará por eso que por el accidente. 'No te quiero ver. No te quiero, Brooke. Nunca te he querido'. Y sé que en ese momento fue cuando el rompí el corazón y cuando me destrocé la vida al perder la persona que más he querido en mi vida, y la que más me ha querido.
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Sin frenos
Teen FictionDespués de cuatro años Brooke decide acompañar a su padre a las carreras de Formula 1. La razón por la que había estado tan alejada durante años solo tenía un culpable, James Lancaster. Sabía que al volver lo volvería a ver, pero ninguno pensó que d...