Parte 2

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Y allí estaba yo,
en ese curioso lugar,
podía percibir esa suave brisa que acariciaba lentamente mi cabello,
el aire ya no me quemaba,
mi cuerpo ya no sentía dolor
y mi mente estaba relajada.
Cada pequeña ola que llegaba a la orilla podía sentirla en mi interior,
como cada paso que daba en la arena,
como latido de mi corazón.
Y entre respiraciones con olor a esa dulce agua salada,
me dispuse a abrir mis ojos,
esos que hace tiempo parecían que no observaban nada.
Y entre  lágrimas que se disponían a caer poco a poco por mis mejillas, sonreí,
pues mi corazón ya no lloraba
y sentía que no podía haber elegido lugar más especial para aquello,
al que sin duda llamaría tranquilidad.
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Aveces los pequeños detalles que no observamos, son los que nos pueden llevar a sentir lo que deseamos.
                                                     ~Alba Benítez

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