Parte única

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-No es que tengas algo terriblemente malo, sin embargo, tampoco es verdaderamente bueno.

- ¿Entonces?

-Lo que pasa es que vives en tu imaginación

- Pero ¿cómo eso se podría considerar medianamente malo?

-Mmm, tienes razón.

- ¿La tengo?

-Si. Lo tuyo es en definitiva terriblemente malo.

- Pero ¡cómo! ¿Malo para quién? - preguntó indignado.

-Pues para ti

- ¿Para mí?, yo no le veo el problema...

-He ahí el primer indicio del problema. Verás, tener una imaginación activa no es un problema en sí. Mucha gente ha hecho cosas asombrosas gracias a ello. El problema empieza cuando comienzas a hacer los cimientos de una casa en ella. Cuando conviertes tu imaginación en tu único espacio seguro. Cuando te acomodas tanto, que ya después no quieres volver a salir.

- ¿Crees que eso pasa conmigo? ¿qué estoy construyendo una casa en mi imaginación?

El hombre lo miró fijamente. Sus ojos decían a todas letras "pues hombre, ¿en serio me haces esa pregunta?

-Creo que ya estás viviendo en esa casa- fue lo que respondió.

El chico lo miró aturdido por unos minutos, como si recién se diera cuenta de una verdad más grande que una montaña.

Internamente se sentía horrible.

¿Cómo no se dio cuenta de ello?

Una parte del chico le decía que ese hombre se estaba imaginando toda una película. Quizá, la imaginación de ese sabelotodo era la que hablaba, y no la razón.

Sí, eso debía ser. Después de todo, él se consideraba una persona muy cuerda.

Asistía a sus clases como se supone que debía asistir. Salía de vez en cuando con sus amigos y tenía una relación relativamente buena con su familia. Como debía ser.

¿Cómo una persona que vivía en su imaginación podría tener una vida tan normal como la de él?

Era sencillamente ridículo.

- ¿No me digas que ahora que te has puesto a pensar en una lista de cosas del por qué eres una persona que definitivamente no vive en su imaginación? - dijo el desgraciado ese.

-No necesito hacer una lista cuando tus suposiciones no son otra cosa que falsas- respondió muy seguro de sí mismo.

-Veo...

-Como sea, debería ponerme en marcha. Le prometí a Lili que la ayudaría con la celebración del cumpleaños de Miguel.

- ¿Será un gran evento?

-Solo la familia y sus parejas

- ¿De que te encargaras esta vez?

- De la decoración

- ¿En serio?

-Sí, mi madre no podrá hacerlo este año por su agenda tan ocupada, y mi padre es un asco en esas cosas.

- ¿Y Lili?

- Ella se encargará de la comida

-Pues en ese caso nos vemos en otra ocasión

-Ha sido un placer.

Sin más miramientos, el chico se apresuró para cumplir su encargo.

Le había prometido a su hermana que se encargaría de la decoración, aunque, pensándolo bien, no tenía idea lo que podría comprar además de globos.

PerdidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora