A cada chancho le llega su Martín.

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El bar se encontraba medio lleno, había tanta gente desconocida que le mareaba pero se sentía seguro al estar con Andrés. Eran jóvenes nada era más importante que que divertirse, después de todo ese era su primer mundial.

Alemania era increíble o quizás todo le parecía así por ser su primera vez fuera de su país. La noche era alegre y ellos disfrutaban lo más que podían. Sin quererlo se separó de su amigo, no lo encontraba por ningún lado y pronto se vió presa de varios alfas, apesar de su altura no logro verlo y se maldijo por perderse, rápidamente salió de la pista para poder buscarlo.

—I can help? Understand what I say?— una persona le hablo, no logró entender mucho de aquel inglés mal pronunciado pero decidió prestar atención a la persona que le hablaba. Lo reconoció fácilmente y su lado más primitivo se sintió feliz de verle.

—No te entiendo nada —mintió para ver qué hacía ese alfa al que le tenía prohibido hablar.

—Digo que si puedo ayudarte, pareces perdido —el rostro del más bajito se volvió rojo de la vergüenza y sin poder evitarlo soltó una risa nerviosa que provocó una sensación cálida en el pecho del omega.

—¡Memo, ven para acá no nos asustes así cabrón! —Ambos giraron a ver a quien gritaba, siendo Andrés quién interrumpía.

—Estaba perdido pero gracias a ti ya encontré a mi amigo, aún así gracias por querer ayudarme —agradeció y con una sonrisa boba se despidió silenciosamente con un ademán, dejando sólo al pequeño alfa.

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Todo le dolía, su cuerpo se sentía pesado y temblaba de frío aún cuando sentía arder su piel, estaba mareado y le costaba respirar. Había pasado por muchos calores, los de su ciclo normal y los intermitentes pero ninguno había sido tan doloroso como ese, no comprendía que le pasaba pues había estado tomando correctamente sus supresores, quizás había desarrollo algún tipo de tolerancia a ellos.

Gimió adolorido al sentir calambres en su vientre, mientras se esforzaba por tranquilizarse y no caer en la desesperación pero el que su lobo llorará agonizante por un alfa se lo impedía. Escucho la puerta de la ducha ser abierta y no tuvo otra reacción más que temblar en su lugar temeroso por lo que le podría pasar ahí, si tan sólo se hubiese dejado ayudar por el beta nada de eso estaría pasando.

Algo asustado intento de todo para esconderse pero por el esfuerzo quedó de nuevo recargado en la pared agitado y más adolorido, el agua de la ducha dejo de caer y con cuidado fue sujetado por unos fuertes brazos. El aroma a arrayán y canela le hizo sentirse seguro entre los brazos del alfa, sin dudarlo se acurrucó en su pecho en busca de consuelo mientras fuertes espasmos le recorrían.

Por su parte el alfa se maldecía una y otra vez por haber tardado tanto en buscarlo, no sabía que le pasaba y por mucho que quisiera ayudarlo no podía. Se limitó a besar los rulos del omega tratando de consolarlo y esperando a que se calmara un poco para poder moverlo.

—¿Por qué me haces esto? —preguntó Memo con dificultad en un tono muy bajo. Su lobo aceptaba sin chistar las atenciones de aquel hombre pero el sólo quería huir, alejarlo lo más posible —Alfa ¿Por qué no me quieres? —Messi sintió su corazón encogerse ante lo dicho quiso decirle que lo quería pero era consciente de que el omega deliraba así que con el mayor cuidado lo saco de las duchas.

Mal Entendidos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora