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"Oye..." Soobin empujó tus rodillas contra tu pecho, se inclinó sobre ti después de golpear tu punto dulce con fuerza otra vez. Aunque puedes ver el borrón a tu alrededor debido a tus lágrimas, notaste su sonrisa arrogante. "Que hermoso llora mi bebe..." te peino el cabello hacia atras, observaba las lagrimas correr por tus sienes como fascinado. "Mi linda bebé". Acarició suavemente tu barbilla con su pulgar. "¿Estás bien?" Asentiste rápidamente, por supuesto que él sabía que estabas llorando de placer. Y eso significa que podría convertirse en el bastardo que era antes.
"¿Te sientes tan patética?" Acarició tu mejilla, estabas entumecida de placer. "¿La polla gorda de papi te está arruinando, niña?" Nunca pudo apartar los ojos de tu rostro lloroso mientras sonreía a medias. "Mira eso..." acarició suavemente tu mejilla empapada de lágrimas con sus dedos mientras seguía follándote. "No seas tan bonita, me estoy volviendo loco..." Su sonrisa se desvaneció lentamente. Envolviste tus brazos alrededor de su cuello y con entusiasmo le diste unos besos en la barbilla. "Oh, Dios mío", puso su mano en la parte posterior de tu cabeza y le dio a tus labios un largo y sonoro beso. "¿Tanto quieres a papi?" Te acarició el cabello en el cuello y murmuraste sin aliento. "Mucho." Frotó su nariz contra la tuya. "Mi bebe hermosa." Susurró mientras suspiraban contra los labios del otro. "Eres la mejor."
Yeonjun
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"¿Ángel?" Yeonjun miró las lágrimas con ojos preocupados. "¿Podemos descansar si quieres? Ya sabes." dejó de moverse cuando el hecho de que seguía deslizándose lentamente hacia adentro te hizo suspirar bastante audiblemente y derramar más lágrimas cálidas. "N-No Yeonjun, por favor no te detengas".
Él frunció el ceño, "¿Qué?" sonrió a medias. "¿Mi bebé está llorando porque la hice sentir tan bien?" tus ojos se volvieron cuando empezaste a sentir sus lentos movimientos nuevamente. "Qué amable...", se rió entre dientes, la forma en que miraba tu rostro, enrojeció tus mejillas. Y cuando te llevaste las manos a la cara, te agarró suavemente las muñecas. "Shh, princesa, no lo hagas". hablaba con una risa, y tú también querías reír, pero tus lágrimas no paraban. "Quiero ver." asentiste y dejaste que tomara tus manos. "Mira a mi niña…" sentiste su pene contraerse, tu llanto se sumó al placer que estaba recibiendo. Susurró de manera fascinada con un gemido. "Haces que me enamore cada día más de ti".
