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Julio 2024
Samantha

5:30 am y yo ya estaba despierta. Aunque para muchos ese es un horario impensable, para mí se había vuelto rutina. Era mi momento antes de enfrentarme a las aulas, los alumnos, y la vida misma. Me había sentado frente al espejo, grabando un GRWM (Get Ready With Me) para TikTok, como lo hacía algunas mañanas. Mis seguidores parecían disfrutar ver cómo me preparaba para el día, una mezcla de maquillaje, charla y consejos educativos.

Mientras aplicaba el delineador, la pantalla de mi celular parpadeó con una notificación. Al principio no le di mucha importancia; después de todo, las notificaciones siempre están ahí. Pero esta vez, algo me hizo detenerme. Era un correo. Y no de cualquier remitente, sino del Departamento de Educación de Jalisco.

Abrí el mensaje con curiosidad, y en cuanto comencé a leer, mi corazón empezó a acelerarse.

—"Sabemos que eres una de las mejores maestras que tenemos, Samantha. Necesitamos a alguien como tú para nuestro colegio en Guadalajara."

Me quedé en shock, releyendo la frase varias veces para asegurarme de que no estaba soñando. Una oferta para trasladarme de manera indefinida a Guadalajara. No era cualquier oferta, era la oportunidad de trabajar en una de las mejores instituciones educativas de la ciudad. Esto no era solo un paso adelante en mi carrera, era un salto.

El dilema surgió casi de inmediato. Llevaba diez años viviendo en la Ciudad de México, y ya eran dos años desde que había decidido vivir sola. La capital me había dado tanto. Era un espacio que sentía mío, que había aprendido a conocer y disfrutar. Pero al mismo tiempo, Guadalajara... era un nuevo horizonte, una ciudad llena de historia, familia, y una oportunidad que podría marcar un antes y un después en mi carrera docente.

Aun así, traté de apartar esos pensamientos de mi mente mientras continuaba grabando mi video. No quería que mis seguidores notaran lo que estaba pasando en mi cabeza. Terminé de arreglarme con la mejor sonrisa que pude ofrecer a la cámara, aunque por dentro no podía dejar de pensar en lo que el correo significaba.

Cuando llegué al colegio, el ambiente era el de siempre. Los pasillos llenos de estudiantes, los murmullos, el sonido de las mochilas arrastrándose por el suelo. Me sumergí en mis clases, como siempre, dándolo todo para mantener la atención de mis alumnos. Pero mi mente, sin querer, volvía una y otra vez a ese correo.

—Samantha, ¿puedes pasar un momento a mi oficina? —La voz de la directora me sacó de mi ensimismamiento.

Caminé hacia la oficina sin decir mucho, intentando prepararme para lo que sabía que estaba por venir. Al entrar, la directora me recibió con una sonrisa tranquila, pero había algo en su mirada que me dejó en claro que la conversación sería seria.

—Samantha, sé que ya recibiste el correo del Departamento de Educación de Jalisco —dijo, cruzando las manos sobre su escritorio—. Quiero decirte que, aunque no nos guste perder a una excelente docente como tú, entiendo que esta es una oportunidad que no puedes dejar pasar.

Asentí, aunque la confusión seguía arremolinándose dentro de mí. Me habló de lo importante que era esta oportunidad, de cómo podía ser un crecimiento no solo profesional, sino personal. Pero lo que realmente capturó mi atención fue la frase final.

—Tienes una semana para darle una respuesta al departamento de Guadalajara —dijo, mirándome fijamente a los ojos—. Tómate el tiempo que necesites para pensarlo bien.

Salí de su oficina con más preguntas que respuestas. La presión se había incrementado. Tenía una semana, y no estaba segura de qué hacer. Mientras caminaba por los pasillos, recordé a alguien que siempre había estado a mi lado cuando las decisiones difíciles se presentaban: mi hermano mellizo, Sebastián.

Sabía que si alguien podía ayudarme a ver las cosas con claridad, era él. Decidí llamarlo de inmediato.

—¡Samantha! ¡Qué sorpresa! —contestó Sebas con su voz usualmente energética, aunque podía sentir el cansancio en su tono. Probablemente acababa de terminar algún entrenamiento con Tigres.

Le conté todo. El correo, la oferta, la conversación con la directora. Él escuchaba en silencio, sin interrumpir, algo raro en él.

—¿Y qué te detiene? —preguntó después de una pausa—. Esta es la oportunidad que has estado esperando, ¿no?

—Lo sé... —respondí, un poco a la defensiva—. Pero es que he construido mi vida aquí en la Ciudad de México. Mis amigos, mi trabajo... todo está aquí.

Sebas soltó una pequeña risa.

—Hermana, siempre has sabido cómo adaptarte. Recuerda cuando llegaste a vivir sola a la ciudad; estabas asustada, pero lo lograste. Esto es lo mismo, solo que en una ciudad diferente. Además, no estarás sola. Si decides aceptar, yo estaré ahí para ayudarte en lo que necesites. Te lo prometo.

Sus palabras me dieron una especie de calma. Mi hermano siempre había sido mi apoyo, y saber que lo tendría cerca si tomaba la decisión de ir a Guadalajara hacía que todo se sintiera menos aterrador.

—Sebas, ¿y si fallo? —le pregunté, mi voz más suave.

—¿Y si no lo haces? —respondió con tranquilidad—. A veces solo tienes que lanzarte. No estás obligada a quedarte allí para siempre si no te gusta, pero si no lo intentas, nunca sabrás qué pudo haber sido.

Nos quedamos en silencio un momento, cada uno procesando la conversación. Al final, sabía que tenía razón. No podía dejar que el miedo me paralizara.

—Está bien —dije, respirando hondo—. Lo voy a hacer.

Sebas soltó una carcajada.

—¡Esa es mi hermana! Mándales ese correo y empieza a hacer maletas. Ya verás que todo va a salir bien.

Después de colgar, sentí un nudo en el estómago. No era exactamente miedo, pero tampoco era pura emoción. Era la mezcla de ambos, algo que siempre había experimentado cuando estaba a punto de tomar una decisión importante.

Abrí mi laptop y busqué el correo del Departamento de Educación de Jalisco. Mi corazón latía con fuerza mientras escribía mi respuesta.

"Estimado Departamento de Educación de Jalisco,

Agradezco profundamente la oportunidad que me están brindando. Después de reflexionar y consultar con mi familia, he decidido aceptar la propuesta de trasladarme de manera indefinida a su colegio en Guadalajara. Estoy emocionada de comenzar esta nueva etapa en mi carrera docente y de contribuir al crecimiento de su institución.

Quedo a la espera de los siguientes pasos.

Atentamente,

Samantha."

Leí el correo tres veces antes de finalmente presionar "Enviar". Y con ese clic, sentí que acababa de dar el primer paso hacia un nuevo capítulo en mi vida.

Hilo Rojo- Alan Mozo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora