El joven que fue maldecido

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Bosques alrededor de Ordon...

Apenas podía creerlo. Tuvo a la bestia que buscaba delante de ella todo este tiempo. El lobo bípedo se alzaba sobre la princesa, y sus ojos rasgados ahora la miraban fijamente. Era un depredador hambriento, y ella era su presa.

El cuerpo finalmente volvió a reaccionarle cuando la criatura le saltó encima lista para aplastarla con sus enormes garras, e instintivamente ella invocó sus energías mágicas para crear una esfera de energía sagrada que le lanzó sin tardanza. El impacto provocó que la bestia aullase de dolor antes de salir despedida a una buena distancia, lo que le dio tiempo de calmarse y procesar la situación.

– Uff... eso estuvo cerca. Pero entonces... ¿él era la bestia? ¿Qué fue lo que le sucedió?

Dos cosas eran muy claras: primero, que él sabía perfectamente lo que iba a suceder, y segundo, que su actitud grosera y de decirle que se fuera había sido simplemente su manera de que ella se alejara para que estuviese a salvo.

Siendo así, lo menos que podía hacer era buscar la manera de incapacitarlo sin tener que matarlo. Además, todavía necesitaba respuestas, saber lo que le sucedió y tal vez encontrar una forma de ayudarlo.

La criatura se puso de pie nuevamente, alzando sus orejas y olfateando mientras escudriñaba los alrededores buscándola. Zelda aguantó la respiración mientras espiaba detrás de un árbol para seguir sus movimientos. Sus gruñidos hacían eco por todo el lugar, y la hierba crujía con cada paso que daba.

Al asomarse con cautela, podía ver que olfateaba en el aire y alzaba sus orejas lobunas. No era un secreto para ella que los lobos tenían sentidos mucho más agudos que los de los humanos, y muy probablemente ahora se estaba valiendo de ellos para intentar localizarla. Siendo así, lo primero que debería hacer era encontrar algún punto donde pudiera ponerse fuera de su alcance.

Había muchos árboles a su alrededor. Podría intentar trepar a alguno de ellos...

– ¡ARRROOOOOOOUUUU!

El rugido de la bestia interrumpió sus pensamientos, ya que de repente oyó un crujido a sus espaldas, como algo que se quebraba violentamente. Apenas tuvo tiempo de girarse para ver cómo un árbol se desplomaba al haber sido partido a la mitad. Y no era de tronco delgado: ¡era más ancho que ella!

El pensamiento de que pudiera partirla a ella en dos de un zarpazo tan fácilmente hizo que el pánico la invadiera momentáneamente. Sin embargo, el impulso de supervivencia y deseo de no lastimar al muchacho lo suprimieron, y en lugar de quedarse paralizada volvió a tomar acción. De nuevo disparó otro hechizo aturdidor para alejarlo de ella, antes de mirar a su alrededor.

Sin perder ni un instante, comenzó a buscar el árbol con el tronco más robusto, grande y alto que hubiera en las cercanías. No tardó en verlo, pero se encontraba a una distancia más que considerable, y tratar de llegar hasta él corriendo sería inútil.

Afortunadamente ella no necesitaba correr. Sólo necesitaba desplazarse hasta la cima de ese árbol manera instantánea, y tenía los medios para conseguirlo. Una vez que calculó que estaba a distancia suficiente de la bestia que seguía buscándola, comenzó a recitar un hechizo en voz baja, esperando que no la oyese hasta que terminara.

– Farore, Diosa del Valor y de la Vida, ¡que tu viento guíe mis pasos y me lleve a mi destino!

La bestia alcanzó a oír la última parte del hechizo, y girándose sobre sus patas empezó a correr hacia ella. Pero ya cuando estaba encima, terminó de canalizar su poder mágico y agitó sus brazos haciendo que una energía en espiral de color verde la rodease. Cuando la zarpa de la bestia ya estaba encima de ella, Zelda ya no se encontraba allí. Desapareció, y reapareció de nuevo esta vez en la copa del árbol.

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⏰ Última actualización: Nov 30, 2022 ⏰

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