La bestia que acecha en los bosques

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Aldea de Ordon, región de Latoan en Hyrule...

La Princesa Zelda era famosa por muchas razones. Entre ellas se contaban su gran belleza, sabiduría e inteligencia que sobrepasaba con creces su edad de diecinueve años, y su prodigioso talento con las artes mágicas. Pero no solo era famosa por sus cualidades; en el reino era bien sabido que también podía ser muy testaruda, y una vez que se le metía una idea en la cabeza, nadie era capaz de sacársela. Eso, combinado con el hecho de que tenía por costumbre salir a hurtadillas del castillo con mucha frecuencia, causaba no pocos quebraderos de cabeza a sus padres y tutores.

Desde la región de Latoan, concretamente en las cercanías de una remota aldea conocida como Ordon, habían llegado rumores muy extraños. Aparentemente, hacía poco más de un año, una enorme y feroz bestia había sido vista en ese lugar, causando destrozos y aterrorizando a sus habitantes. Los lugareños vivían con miedo de que volviera a atacarlos, y aunque entre los rumores no parecía haber reportes de víctimas humanas, lo cierto era que a Zelda le despertaba su curiosidad. Pero más que eso, si había alguna clase de monstruo que estaba aterrorizando a gente inocente, ella no quería quedarse sin hacer nada.

Sabiendo que su padre no aprobaría que ella fuese a ese lugar si le decía sus verdaderos motivos, convenció a su madre y a su guardaespaldas de que la apoyaran en ello. Básicamente, ellas le darían una tapadera diciéndole al rey que ella saldría en un "viaje de investigación", lo cual técnicamente no era una mentira. Todo era cuestión de mantener bajo discreción el tema de su investigación y el lugar específico a donde iría. Y dado que ya tenía diecinueve años y era perfectamente capaz de cuidar de sí misma, no tuvo motivos para rehusarse.

Así, tras dos semanas de viajar a caballo, finalmente llegó a su destino. En aquel momento, bajo el disfraz de una "joven investigadora", se encontraba en la casa del alcalde de la aldea, un hombre mayor llamado Bo, a quien estaba haciendo preguntas sobre lo que sabía al respecto.

– ¿Hace cuánto que apareció esta bestia por primera vez?

– Hará cosa de poco más de un año. – explicaba el hombre, mientras su hija les ofrecía a ambos unas tazas de té, para luego sentarse junto a su padre.

– ¿Sabe si alguien vio qué aspecto tenía? ¿Se parecía a algún animal o criatura que conociera? – le preguntó.

– Yo no pude verlo bien, ya que escapó en la conmoción. Solo pude escucharlo, gruñía y aullaba como animal salvaje, era aterrador. – dijo el alcalde dando un respingo. – También corría a cuatro patas. En todo caso, creo que los únicos que lo vieron de cerca fueron el herrero del pueblo y su familia. Fue su casa donde atacó primero, después de todo.

– Se te olvida el detalle más importante, papá. – dijo la hija del alcalde, de nombre Ilia, con tristeza y amargura. – Esa bestia también mató a Link, ¿lo recuerdas?

– ¿Es eso cierto? – preguntó Zelda interesada. – Entre los rumores que escuché no había nada sobre víctimas humanas.

- Quizás se debe a que fue la única, gracias a las Diosas. – dijo el alcalde. – Fue una verdadera tragedia; todos en la aldea queríamos mucho a ese muchacho, era un joven amable y trabajador. No me imagino cómo debió ser para el viejo Alberich y su familia.

– Ni siquiera pudimos darle un entierro apropiado. – agregó Ilia. – Esa bestia no dejó ni siquiera rastro de él. Afortunadamente no ha habido más víctimas fatales desde entonces, pero...

La joven se llevó las manos a la cara y comenzó a sollozar. Por lo visto, recordar eso le provocaba un gran pesar, y eso era suficiente para que Zelda decidiera que no necesitaba escuchar más.

La Maldición del LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora