¿Por qué?

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¿Han escuchado alguna vez la frase de "sí no
tienes nada bueno que decir, mejor cállate"?
Porque algo de eso le pudo venir bien a
Agustin en el momento que se atrevió a
soltarme la pregunta más absurda que podría
haberme dicho en toda su triste vida, y vean
que ya eso es decir mucho si hablamos de este
enclenque, por supuesto, yo soy consciente de
lo lerdo que puede llegar a ser semejante
inútil, pero la duda que expresaba
simplemente no tenía justificación, era una
interrogante estúpida en todo el sentido de la
palabra.
Y lo digo en serio, de dónde diablos sus
neuronas lo llevaron a decirme «Marcos, ¿por
qué te gusta tanto las chicas?»
No entendía su punto, es decir, ¿es que ya
este fracasado perdió la cabeza?
¿Acaso no se da cuenta que al mirarlas todo
se contestaba solo?;¿Acaso no se da cuenta que al mirarlas todo se contestaba solo? ¿Acaso no entiende la manera en la que sonríen? ¿La peculiar forma en la que te enganchan al hablar? Ese andar por los pasillos, la irradiante presencia, la prueba del talento natural que poseen para ser tan complejas y fascinantes a la vez, con ese misterio envolviendo su ser, consiguiendo intimidar aunque de su figura se pueda llegar a respirar fragilidad, luciendo gloriosas con algo tan trivial como un uniforme de preparatoria, esa manera de conseguir sin
esfuerzo calarse en mi ser y tenerme
fantaseando sin solución de nada más tener la
fortuna de conocer su nombre y grabarlo en
mi memoria para alegrarme el día, la semana
entera.
Son las únicas que hacen que el suplicio de
pedir por el control del cuerpo valga la jodida
pena,
Bastaba sólo una pequeña porción de lo que
representan para quedarme perdido y
tenerme como principal admirador de su fortuna de conocer su nombre y grabarlo en
mi memoria para alegrarme el día, la semana
entera.
Son las únicas que hacen que el suplicio de
pedir por el control del cuerpo valga la jodida
pena.
Bastaba sólo una pequeña porción de lo que
representan para quedarme perdido y
tenerme como principal admirador de su
existencia. Es claro, no hay nada como el
género femenino, ni siquiera una perfección
como yo puede igualar tal divina creación, y
lo acepto, es de esas pocas batallas en las que
muy encantado me gusta perder.
¿De verdad era necesario que recitara las
razones de por qué yo suelto esta afirmación?
Porque si quiere razones, yo le daré razones.
Razones para amarlas.

𝑅𝑎𝑧𝑜𝑛𝑒𝑠 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑎𝑚𝑎𝑟𝑙𝑎𝑠 [𝑀𝑎𝑟𝑐𝑜𝑠 𝐺𝑖𝑛𝑜𝑐𝑐ℎ𝑖𝑜]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora