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Nota Inicial: Sí, debería estar actualizando mi otro fanfic.. en fin, que empiece:




Los hechos sucedieron como la mayoría lo conoce.

—¡Dame tu ojo! —Aemond se acercó a Lucerys con la intención de atacar.

—¡Ya basta! ¡No dejaré que se derrame sangre en mis dominios! —Lord Borros intervino—, acompañen al príncipe Lucerys afuera, ¡ahora!

El Velaryon se apresuró a salir de la Fortaleza traidora, chocando de inmediato con la tormenta. Lo podía presentir cuando escuchó a Vhagar, Aemond lo siguió y quiere perseguirlo.

Hablándole en Alto Valyrio a su dragón, comenzaron el vuelo con Vhagar siguiendolos.

Lucerys batalló mucho para no congelarse. El sentimiento de ser perseguido por una inmensa bestia era horrible, pero debía de mantenerse calmado por Arrax.

"No quiero morir..." fue lo que pensó Luke, antes de que una luz enceguecedora iluminara el horrible cielo.

Tanto él como Aemond tuvieron que cubrirse el rostro. El rayo que cayó no era algo que hayan presenciado antes. Tan brillante como peligroso. Sin embargo, la naturaleza era más rápida. La fuerte luz llegó a chocar en ambos rostros, ocasionando que tío y sobrino se medio desmayaran en sus monturas, solo con la energía suficiente para aferrarse a sus dragones.

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De pronto, dejaron de sentirse tan mal y pudieron observar sus ubicaciones sin sentir que su cabeza fuese a explotar.

Solo mar, nada de tierra firme. No hay islas, mucho menos alguna costa de una ciudad.

Cada uno intentó girar la montura de su dragón, pero ninguno obedeció, ignorándolos incluso cuando se les habló en Alto Valyrio.

Aemond y Lucerys no son obedecidos, así que esperan a que sus dragones aterricen por su cuenta.

Lejos y sin experiencia navegando el vasto mar, ambos son arrojados a una isla desconocida y posteriormente abandonados por sus bestias por mucho que les hayan gritado y ordenado. Vhagar y Arrax volaron con sus monturas vacías.

"Al menos no me lanzó a un pozo de la Antigua Valyria" ambos pensaron, antes de chocar miradas y levantarse en posición de pelea.

—Qué conveniente situación ¿no es así, mi Lord Strong? —Aemond sostenía sus espada apuntando al contrario, quien respondió de la misma forma.

—Deja de llamarme así —Lucerys apretó el mango de su espada, intentando ocultar lo nervioso que lo ponía su tío.

—Lo haré cuando me des tu maldito ojo —y con eso, Aemond se abalanzó contra Lucerys.

Por supuesto que le hizo frente. Las espadas chocaron en una sincronización casi cómica, moviéndose de un lado a otro con una clara desventaja para el más jóven.

Lucerys, a pesar de su esfuerzo, aún era vencido por los 4/5 años de experiencia de Aemond, así que, jugando más sucio que limpio, logró tomar un pequeño puñado de arena y arrojarlo al rostro de su tío.

No en su ojo bueno por supuesto, no quería terminar de cegarlo. Así que fue su boca la que se llevó todo.

Literalmente lo hizo comer arena.

Aemond tosió con violencia.

—¡Maldito bastardo!

Ese grito bastó para iniciar la huida de Lucerys, dirigiéndose a la espesa naturaleza de la isla.

Padres falsosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora