Meraxes había sin duda, nacido para ser montada por Lhaera.
Era la dragona más antigua y enorme que había existido nunca después de Belarion, el terror negro. Incluso las viejas leguas dicen que Meraxes se había mantenido oculta entre las sombras esperando a que su compañera volviera, aquella con la que había luchado por años y vio morir, hasta que un día, encontró una pequeña niña perdida entre los muros de la vieja cueva en donde la dragona descansaba, aquella pequeña que no pasaba de los once años y que había escapado de la vista de sus padres para ir por ese ángel, el cual ella podía sentir llorar todas las noches. También se dice que la dragona vio en la esencia de la princesa todo lo que siempre había esperado, su espíritu era sin duda la combinación de todos los Targaryen que alguna vez habían vivido, aquellos bondadosos, tiranos e incomprendidos, por eso, aún se mantiene vigente el fiel rumor de que ese don fue el causante de la inexplicable conexión que la princesa mantenía con los dragones, aquella que le permitía domarlos sin siquiera mantener un lazo con ellos o incluso volar sin tener una silla de montura...
Era difícil no ver a la princesa y su compañera sobrevolando los cielos del Desembarco del Rey, pues las enormes alas de la reina dragona ocasionaban un eclipse sobre las calles del pueblo generando así que los habitantes de aquel lugar dejaran de hacer todo lo que los mantenía ocupados para poder admirar el tamaño de aquella criatura de en sueño.
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Los golpes no eran los favoritos de Lhaera, principalmente porque siempre los recibía en la cara y eso hacía sangrar su nariz la mayoría de veces provocando así que tenga que quedarse sentada en un rincón y dedicarse a solo observar a sus tíos y hermanos entrenar generando risas en la mayoría de los hombres del lugar que le dedicaban miradas burlonas; lo odiaba tanto, pero no le quedaba otra opción que quedarse allí y pasar vergüenza, pues su madre era quien no le permitía abandonar los entrenamiento, ya que, según ella "Aprender de sus errores y volver a levantarse la ayudarían a volverse fuerte"; y claro que debía ser fuerte, era la princesa heredera por mucho que lo odiara.
Este día no era la excepción, la sangre caía de su nariz en cantidad y lo único que la detenía era un pedazo de tela arranada de por ahí que la princesa mantenía pegada a su cara.
Jaecerys, Lucerys y Aegon reían ante tal escena, pero no se regocijaban con su dolor o algo por el estilo, solo eran carcajadas inocentes generadas por la tan absurda situación que había puesto a la pequeña princesa en ese diminuto asiento en el que ahora se encontraba sentada; pues parecía ser que un golpe de codo directo a la nariz no era nada significativo para la mayoría de hombres que estaban allí a excepción de Ser Harwin, el cual siempre se quedaba con la muchacha luego de momentos así.
---¿Se encuentra bien, Princesa?--- Su preocupación siempre se mantenía presente por más que quisiera evitarlo; pues era el padre de los tres niños de cabello castaño.
La princesa en cambio, no le daba mucha importancia a lo que pudiera pasarle a su nariz; esto ya era rutinario para ella ---Sí. Solo me siento humillada--- Suelta despreocupada para luego dar un largo suspiro con el "Si tan solo fuera un varón" rondando por su mente, pues estaba claro que su posición siempre había sido cuestionada y desmeritada por el solo hecho de haber nacido sin pene ---Ya sabes, lo de siempre...--- Ser Harwin sabía a la perfección que su condición la acomplejaba.
---No debería sentirse así. Es una persona con muchas virtudes--- Habla mientras dirige su mano al rostro de su hija y toma el trapo para esta vez presionarlo él ---No debería sentirse humillada. Los errores nos hacen quienes somos y aprender de ellos nos hace mejores--- Sus ojos y su ceño fruncido gracias a la concentración que le estaba poniendo a su tarea de limpiar la sangre era lo único que Lhaera podía ver ---Además, estoy seguro de que en un tiempo será tan buena en combate como lo es con el arco y flecha--- Su voz se mantiene serena, tanto que la princesa podía sentir ese calor tan paternal que él siempre le brindaba cuando se encontraba cerca de ella; tanto como un abrazo, uno que nunca le había dado...
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La princesa y los dragones
FanfictionCuenta la leyenda que la primera vástiga de Rhaenyra Targeryen, la princesa del cielo y protectora de los siete reinos, Lhaera de las casas Velaryon y Targaryen, primera en su nombre, con belleza indescriptible y carácter indomable, fue la perdición...