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¿El día que dejes de amarme será cuando las luciérnagas dejen de brillar? ¿Cuando los grillos ya no canten? ¿o las estrellas dejen de titilar?

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¿El día que dejes de amarme será cuando las luciérnagas dejen de brillar? ¿Cuando los grillos ya no canten? ¿o las estrellas dejen de titilar?

»Mi hermoso Jungkook, me he preguntado tantas veces esto que parece que hubiera obligado al universo a que me hiciera caso.
Qué infeliz me siento.
Necesito que sepas que nada de lo que está ocurriendo cambiará mi amor por ti. Nada en esta vida es más sagrado que lo que tenemos cuando estamos juntos y fusionamos nuestros cuerpos en un abrazo.
Nada hará que tú seas el primer pensamiento que me llega cuando abro los ojos después de una larga noche... Nada ni nadie, porque podrán obligarme a contraer matrimonio con alguien que no significa nada para mí, pero mi alma está unida a la tuya de aquí a la eternidad.
Por favor, Jungkook, mi dulce Jungkook, no me odies, no dejes de amarme, necesito saber, qué por encima de esta tortura, tú serás capaz de curar mi alma rota. Que seremos capaces de sobreponernos a este maldito trato que mis padres han hecho sin pensar en mí ni en mis sentimientos.
No dejes de amarme. Por todos los cielos, no dejes de amarme.

Jimin

Jimin

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Punto de vista de Jungkook

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Punto de vista de Jungkook

Con esta carta tan sentida, Jimin se despidió de mí el día que partí tras aceptar con desgarro que no podría impedir su boda con Namjoon, el hijo del alfa más poderoso de su clan. Este le había echado el ojo hacía muchos años. Y cuando supo que él y yo teníamos una relación, no se detuvo hasta destruir el vínculo que habíamos formado. Mismo que se disolvió como talco la misma noche en la que el líder del clan Park, anunció a los cuatro vientos que habían decidido en una cerrada convención de manada que su primogénito contraería nupcias con el primogénito del clan Kim.

Mi amor me tenía de la mano en ese momento. Pero un golpe certero sobre esa unión, hizo que las separásemos. Detrás de nosotros se encontraba Namjoon con una horrible sonrisa de poderío y satisfacción. Él tomó la mano de Jimin y lo arrastró hasta la mesa donde se encontraban los padres de ambas familias. Levantó una copa, brindó por su futuro esposo y selló la celebración con un beso forzado.
Corrí detrás de ellos y fui sujetado por dos de los guardaespaldas que son la sombra de Namjoon, impidiéndome avanzar.
Mis ojos hicieron contacto con los de Jimin y entendí que acabábamos de ser arrojados al peor de los infiernos.

Demasiada hormona y poderío licántropo había en esa sala, levanté los pedazos de mi corazón como pude y corrí al parque a llorar sin testigos. Me sentía vencido y sin aliento para seguir.

Soy un triste beta que no tiene ni casta, ni clan, ni manada, ni ninguna maldita cosa que me hubiera permitido pelear por él como correspondía.

¿Qué haré sin ti, mi hermoso colibrí?

Seokjin, mi amigo y mecenas, había presenciado todo. Corrió a mi par y sintió la tristeza brotar por mis poros. Me acunó en sus brazos como si fuera un bebé y lloré hasta que los pulmones me ardieron.

-No puedes hacer nada, Jungkook. Somos betas. No tenemos ni una sola gota de sangre que nos permita soñar que ganaremos el amor de algún miembro de estas "intocables" castas.

—Él me ama y yo a él.

—Pero nunca podrás marcarlo. Y eso es una condena a muerte para el amor que se tienen.

—Quiero morir, hyung. No puedo vivir sin él.

—Sí podrás, Jungkook, lo harás. Y cuando este amor se desvanezca de tu sistema podrás amar a un beta que te corresponda.

—¿Él también dejará de amarme?

—Ojalá que así sea...

—No me consueles más, hermano, gracias...

—Es la realidad, kookie. Ahora duele, pero ya pasará.

Yo sólo podía mirar con ojos de cachorro lo que mi amigo decía con total crudeza.

—Levántate, regresemos a nuestra ciudad.

—No quiero irme. No puedo dejarlo solo.

—No está solo. Está rodeado hasta los dientes, Jungkook, no podrás arrimarte a él ni a cinco centímetros de distancia. -sentí mis ojos llenarse de agua y de alguna manera entendí que lo que mi amigo me estaba diciendo era cruelmente real. Sequé mis lágrimas con los puños de mi suéter en un intento de recomponerme y me puse de pie para emprender una marcha lenta y cansina. No solo me pensaban los pies, me pesaba el alma que llevaba rota en mil pedazos.

Seokjin me abrazó y caminamos juntos.

—¿Y tú, Jin? ¿Qué pasó con el alfa al que decías amar?

Jin se detuvo, y cuando me di cuenta que no estaba a mi lado giré para observar que se encontraba a dos pasos tras de mí. La imagen era realmente devastadora, Jin tenía la cabeza gacha y una aura oscura lo rodeaba.

—Lo mismo que te está pasando con Jimin... —Terminó diciendo— Harán que él se case con un omega gordo y feo.

—¿En serio?

—No. No es verdad. Ese omega es malditamente hermoso.

Rió sin ganas.

—Preguntaba si era cierto que lo obligan también a él...

—A él no lo obliga nadie. Él se casa porque quiere a ese omega.

No necesitaba ver para comprobar que la voz quebrada de mi amigo venía acompañada de un llanto bajito y profundo.

—¿Él quiere a ese omega?... ¿quién es él?

Cuando Jin me dirigió su mirada, deseé que lo que estaba a punto de confesarme no fuera lo que estaba sospechando.

—Es Namjoon y va a casarse con Jimin.

Pero lo era, la peor de mis sospecha fueron reales.

—No puede ser cierto, amigo. ¿Tan malditos estamos?

—Ya no tiene importancia, dongsaeng, él va a casarse con tu omega y tú y yo podremos fundar el «club de corazones destrozados». —rió fuerte, porque es Seokjin, y mi amigo ríe así.

La risa estruendosa de Seokjin, me hizo reír sin ganas. Lo abracé por los hombros y ambos nos dispusimos a emprender regreso a nuestros hogares allá lejos, en la enorme urbe de cemento de la que nunca, jamás debimos salir.

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MUSK y FUEGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora