"Él no te ama, jamás lo hizo".
Las palabras de su amigo todavía sonaban en su cabeza haciéndolo sentir un idiota, Memo sabía perfectamente que era imposible que un alfa como Lionel Messi se fijara en él y aún así por una simple fracción de segundo se permitió soñar e ilusionarse solo para terminar en un avión de vuelta a su país y con el corazón roto.
—Mañana esto será solo un mal recuerdo, Memo —el rizado solo atinó a sonreír viendo como Edson se colocaba los audífonos empezando a mensajear con alguien.
"Mañana será otro día".
[...]
Aún podía recordar las ásperas manos del argentino recorrer cada centímetro de su cuerpo y sus labios a centímetros de su oído murmurando palabras obscenas que solo aumentaban el libido del omega.
—Di que eres mío —la ronca voz del alfa era como un trago del tequila más puro, causaba que sus piernas temblaran–, quiero que grites mi nombre esta noche, voy a demostrarte todo lo que siento por ti con mi boca, mis manos y cuerpo —exhaló largo, lento y sielncioso contra la delicada piel del cuello—, que mi marca quede en ti.
—Soy tuyo, alfa —aquello fue como un soplo de aire fresco para el argentino que no esperó más y volvió a besar al omega buscando volverse uno con él.
El rizado enfocó su mirada en el rostro contrario tratando de responder algo coherente mientras sentía como lo penetraba con lentitud, las grandes manos del castaño le mantenían quieto contra la mullida cama, con cada embiste que le proporcionaba sus caderas creaban una morbosa sinfonía que inundaba cada rincón de aquella lujosa habitación y a su vez opacaba los gemidos del omega y del alfa.
—No puedo seguir aguantando más —habló con voz entrecortada dejando caer su cabeza contra la almohada cuando una de las manos se apretó alrededor de su cuello reteniendolo en su lugar-— Más duro, necesito más.
Sus cuerpos se resbalaban entre sí y sus manos no se quedaron quietas, mientras sus equipos celebraban o se hundían en llantos de rabia y tristeza ellos dos se volvían uno disfrutando del adictivo sabor ajeno.
Y por un instante todo era perfecto.
[...]
Despertó de golpe, lo último que necesitaba era recordar esa noche después de partido contra Argentina la celebración que había tenido junto al alfa castaño.
—Memo, ¿estás bien? —el rostro preocupado de Edson apareció delante suyo y su mano derecha recargada en su hombro—, Lozano fue al baño y bueno despertase sobresaltado... —observó como por un segundo el rostro del chico se veía nervioso de preguntar algo más—, perdona la indiscreción pero también hueles a tristeza, cuando estás feliz hueles a flor de cempasúchil, y ahora hueles como a incienso.
—Estoy bien, cachorro —sacudió sus cabellos con la mano derecha dedicándole una sonrisa al joven—, solo recordé el partido anterior, sabes que posiblemente este sea ya mi último mundial junto a la selección y me puse triste, le fallé a todo el equipo y... —¿Y qué? ¿Me dejé seducir por un alfa estúpido? ¿Caí en su juego de manipulación para hacerme perder?—, me llegó, lo siento.
—Memo, no toda la responsabilidad es tuya —frunció el ceño cruzándose de brazos y recargandose en el asiento—, somos un equipo y la verdad nos confiamos, pero entiende que si perdimos fue a causa de todos, tú eres un gran portero y nada de esto fue culpa tuya, deja de hacer una tormenta en un vaso de agua.
Apretó los labios viendo al menor con orgullo, no lo admitiría nunca pero cuando se trataba de Edson o Diego su instinto paternal salía a flote.
—Gracias cachorro —tomó en sus brazos al alfa más joven abrazándolo con fuerza, buscando algo de consuelo para su mente.