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En las noticias locales lo apodan cómo el pintor de media noche, pues siempre en la madrugada se encuentra a sus víctimas. Además de que encontró una forma de mezclar la brutalidad con el arte.

Todas sus víctimas han sido identificadas debido a que junto a sus cuerpos se encuentra un lienzo aún fresco con un retrato sobre como solía ser la víctima en vida.

La identidad del pintor es aún desconocida, podría ser cualquiera, toda la ciudad está atemorizada por ser el siguiente, pues el pintor no presenta piedad alguna.

Si no fuese por las pinturas que deja a su paso sería imposible rescatar siquiera un poco de sus víctimas.

¿Quién es este cruel asesino?

¿Quién era ese monstruo que caminaba entre los humanos con la piel de uno de ellos?

A primera vista solía ser confundido con un ángel.

Sus ojos azules causaban tal impacto que enamoraban a quien quiera que los viera.

Su voz profunda hechizaba a quien le escuchaba hablar, no había más opción más que arrodillarse ante un hombre con tal belleza.

Su piel blanca como la porcelana y sus rasgos marcados lo volvían irresistible, tan bello por fuera, pero jodidamente podrido por dentro.

Si tan solo alguien pudiese ver dentro de su alma, en el recondito espacio oculto dentro de sus pensamientos negros, si tan solo alguien pudiera verlo huiría de inmediato por el terror.

Pero bien mencionado es por ahí que no se puede matar lo que ya está muerto, no se puede ahuyentar a quien ya no tiene por qué huir.

—Podría lanzarte ahora mismo y decir a la policía que no te pude rescatar.

—¿Y por qué no lo haces Chuuya? A nadie le importaría después de todo.

—Eres un maldito imbécil, Osamu... A mí me importaría.

—¿Por qué me amas? Sabes que pienso de ello.

—Te importa una mierda, claro.

—Que buen perro, te lo grabaste bien.

El infame pintor era el esclavo de un mundano con el disfraz de un dios.

Desde la tierna infancia...

Desde mucho antes de su primer crimen...

El monstruo vivía enamorado.

Y siempre sus sentimientos fueron rechazados por ese que lo hechizaba.

Pero no le importaba.

Aún el rechazo le sabía a gloria teniendo en cuenta que su amado nunca lo alejaba.

No se atrevía a mencionarle que era él el temido asesino, pues sabía que su adorado lo usaría en su contra, eso, o le pediría que lo asesinara.

Él era el recordatorio constante de lo frágil que es la vida, algo fácil de reconocer para un asesino, sin embargo Dazai se lo mostraba desde un enfoque distinto.

Siempre fueron lo único que el otro tuvo, desde que eran niños.

Desde la primera vez que lo vió cortando sus brazos entendió lo fácil que Osamu podría simplemente desaparecer. Vivía con el terror constante de un día simplemente reaccionar y ver qué se había ido, que lo había perdido para siempre.

El día en que Osamu lo dejara juraba que su vida se habría acabado.

No había nada más allá de esos ojos café para él, nada existía más allá de ese círculo en qué se encerró a si mismo con el castaño.

No había más, y tampoco necesitaba más, él era todo lo que necesitaba, aunque se negara a entenderlo.

The Midnight Painter [Soukoku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora