Extra 2; Seongjoong

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—Seonghwa, volviste a dejar destapada la pasta dental.— Hongjoong reclamó pero calmado aunque era sólo uno más a los tantos que le había dado durante esa semana.

Que si no cerró bien el grifo, que la leche que compró no era la que pidió, que en la noche no apagó la luz de la escalera, entre otras situaciones más que a Seonghwa lo abrumaban, sentía como poco a poco cada esfuerzo iba en retroceso.

Escuchó la queja y asintió, murmurando sólo un "No volverá a pasar" pero suspiró tan pesado después que el más bajo dejó caer todas sus intenciones de armar lío, se sentó a su lado y acarició el dorso de una de las manos ajenas al tomarla con ambas suyas.

—Hwa, cariño... Está bien, habla conmigo.— Pero el mencionado se mostraba reacio a hablar pero es por lo mucho que le cuesta expresar su sentir, habían hablado de muchas cosas menos de lo que ronda la mente del mayor en estas situaciones, se siente vulnerable, expuesto, cohibido y hasta molesto consigo mismo porque después de todo lo trabajado, aún hay cosas que cuestan para él.

—¿Quieres que deje de reclamarte? ¿No te gusta?— Intentó no hacer tantas preguntas, la expresión del pelinegro se mostraba como la de alguien con un debate mental.

—Sólo... Está bien.— Finalmente dijo pero eso dió pie a que pudiera deshacer el nudo de su garganta y las palabras comiencen a fluir. —Está bien que me lo digas, yo tengo que trabajar como recibo lo que me dices, me es difícil no pensar en que soy insuficiente y que ese será un motivo por el cual puedas dejarme, que mi torpeza y mis descuidos sean razones para que te canses de mi, porque eso mi corazón no lo toleraría.—

Hongjoong comprendió su frustración, aquello conmovió su corazón y el reclamo nunca fue para propiciar inseguridades ni mucho menos, sólo quería ayudarle a avanzar, sabía que no podía forzar las cosas pero no sabía como ayudarle, aunque su apoyo era incondicional.

—Mi amor, cuando te digo las cosas no es porque me esté cansado, incluso ni estoy molesto, pero somos un matrimonio, así como tu me dices que dejé las luces prendidas del auto o que no estaba bien asegurada la puerta, yo lo recibo porque sé que fue un descuido mío, yo lo hago porque me gusta verte defender tu punto, me gusta que hables, me gusta que decidas, porque hasta ahora todo lo que has hecho, lo has hecho muy bien, estoy tan orgulloso de ti y de como progresas cada día y créeme que me gusta escucharte, prueba de ello es que te grabé cantando en la ducha el otro día.—

Eso último lo dijo para aminorar un poco la tensión de aquel momento, sólo pudo soltar una risita sin soltar sus manos y Seonghwa, su expresión de asombro le hizo reír aún más.

—¿Cómo te atreves, Hongjoong?— Dijo indignado pero de igual manera bromeando.

—Cuidadito como me hablas, Park Seonghwa.— Tomó el mentón del mayor para depositar besos suaves en sus labios, su esposo se dejó, ama sus besos.

Se acomodó el más bajo para rodear su cuello y continua con sus besos, algunos ruidosos, otros juguetones, unos los prolonga durante algún par de minutos, pero se mantienen besándose y amándose.

El menor desliza su mano por el pecho ajeno y Seonghwa sólo niega tomando su mano para besar el dorso de esta.

—Sabes que eso es mi debilidad, ángel...— Murmuró pero Hongjoong sonrió soltandose de su agarre y volviendo a repetir aquella caricia.

—Lo sé, papi...—

Ramito de violetas. ¦ Seongjoong. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora