Una noche y nada más

Parte 3: La habitación robada

La fiesta de los franceses sin duda fue un cambio de aire para la selección argentina: los franceses desperdigaban sus hormonas tan libremente que parecían sahumerios.

Aunque Qatar tenia prohibido que las personas mostraran su aroma natural públicamente, culturalmente los franceses siempre fueron muy abiertos con su sexualidad. Y dentro de puertas cerradas, nadie podía decirles que hacer.

La selección argentina había logrado encontrar un pequeño rincón alejado de la conmoción central de la fiesta, donde se turnaban para ir a bailar y conversar con potenciales parejas para Messi. Lo ideal sería conseguir alguien de la selección francesa, pero la gran mayoría ya estaban casados o Emparejados. Sería difícil convencer a alguno de ser parte del plan.

Messi opto por simplemente quedarse sentado, ya que sentía su cuerpo debilitado por los efectos secundarios de su celo. No había tomado sus supresores esa noche para prepararse para el Emparejamiento de esa semana, aunque no pensó que sería tan rápido.

Pasado un rato, notó por el rabillo del ojo que alguien se le había quedado observando desde el otro lado de la habitación. Al devolver la mirada, este le dedicó una sonrisa pícara y le guiño un ojo al tiempo que lamia sus labios lascivamente.

Messi no pudo evitar tensar su cuello de la incomodidad. Aunque el hombre era atractivo, de altura mediana y complexión esbelta, algo en él le dio una mala sensación. Decidió ignorarlo.

Al cabo de un rato, sintió como el sillón donde estaba sentado comenzaba hundirse. Al girarse notó que el hombre se había sentado a su lado y lo estaba observando de arriba a abajo. No queriendo causar una escena, decidió probar su suerte y hablar con él. Sin embargo, el goleador argentino tenía menos francés que una ensalada rusa y lo que salió de su boca fue una mezcla de "españocés" de acento dudoso.

A mitad de la oración, el hombre comenzó a reír mientras agitaba su cabeza de forma negativa. De un solo movimiento uso su brazo, el cual estaba apoyado sobre el respaldo del sillón, para tomarlo por la espalda y acercarlo al él al tiempo que decía:

- Je ne parle espagnol – Habló mientras su mano comenzaba a descender hasta tocar una de las nalgas del argentino – Mais je peux vous faire passer une nuit inoubliable.

...

Apenas entró al lugar, Ochoa frunció el ceño. El hotel apestaba a feromonas, y él ya tenia el olfato muy irritado por el partido. Ni siquiera había llegado a la fiesta y ya se estaba arrepintiendo, pero decidió seguir adelante para no defraudar a sus compañeros.

Al llegar al piso de los franceses, Memo detectó un aroma que se le hacia conocido. Olfateo mas fuerte, pero no pudo determinar de donde venia esa familiaridad. No fue hasta que se acercaron a la zona de la fiesta que dicho aroma se intensificó y finalmente pudo ubicarlo en su memoria: era el aroma de la selección argentina, mas específicamente el de Messi.

- Creo que Messi está en el hotel – Dijo en voz alta, ganándose las miradas incomodas de sus compañeros.

- No pienses en el partido. Te hace imaginar cosas – Respondió Lozano mientras le daba una palmada en la espalda como consuelo a su amigo.

Memo intentó seguir su consejo, pero no podía sacarse ese aroma de la cabeza. Sabía que no era algo que había quedado del partido, la ducha eliminó todo rastro. Les indicó a sus compañeros que iba a salir a tomar un poco de aire y despejar su mente. Al alejarse por los pasillos buscando algún balcón donde tomar aire fresco, el olor de Messi volvió a intensificarse.

"Me estoy volviendo loco", se dijo a si mismo mientras cambiaba su rumbo para seguir el aroma por los corredores del hotel.

Eventualmente el rastro terminó en una puerta que a simple vista parecía cerrada, aunque pudo ver que la cerradura había sido forzada, por lo que probablemente el cerrojo estaba roto. Por las hendiduras del umbral, el aroma emanaba de una forma tan fuerte que no había sentido antes.