Parte 4: Piernas sexys

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Memo tomó su pantalón y comenzó a desabrochárselo frenéticamente, revelando su ropa interior, en la que se podía observar una erección latente. El pie del argentino danzó sobre la superficie de la tela una vez más, tocando la punta con sus dedos.

Fue entonces que al arquero se le ocurrió una idea.

Luego de usar sus manos para bajar la tela de su ropa interior, tomó lo pies del argentino y los juntó con firmeza. Entonces, procedió a introducir su miembro entre estos y comenzar a frotarse para estimularse.

- ¿Qué hacés? – Rió juguetonamente Messi, mientras él también intentaba deshacerse de sus pantalones, pero la actividad del mexicano le impedía llegar muy lejos.

Memo soltó el agarre que tenía sobre los pies del argentino, y se sentó sobre la cama con sus piernas extendidas. Messi finalmente pudo quitarse sus pantalones y se apresuró a montarse sobre él, pero este lo mantuvo lejos con su brazo.

- No, no – Chistó mientras negaba con su dedo – Usá tus pies. Quiero ver tu habilidad.

Messi se mostró confundido al principio, pero por la determinación en su voz entendió que no podía hacerlo cambiar de opinión. Imitó su postura y se sentó sobre la cama, juntó sus pies y los acercó hacia el mexicano.

Comenzó masajeando el área alrededor de su entrepierna con cuidado de no golpear nada, pero la mano del arquero rápidamente lo guio hasta el lugar que realmente necesita atención. Primero usó sus dedos para acariciar sus bolas, y luego tomó el coraje de usar la planta de sus pies para aprisionar el miembro de Ochoa, a la vez que realizaba un movimiento sutil de bajar y subir, estirando su piel.

Sus acciones rápidamente dieron resultado, ya que la hombría del mexicano comenzó a hincharse más que antes, hasta podía sentir el relieve de sus venas.

Messi, que durante ese proceso había aprovechado sus manos libres para él mismo comenzar a masturbarse, ya no pudo resistirse más la idea de tenerlo dentro de él.

- Alfa, por favor – Suplicó, pero el mexicano ni se inmutó.

- Ya te dije como me llamo – Insistió con voz firme – Usa mi nombre. Quiero escucharte.

- ¿Señor Ochoa? – Dudó por un momento, temeroso de equivocarse – Por favor, no puedo aguantarlo más.

Memo sonrió triunfante. Apartó los pies del argentino de su camino, y se posicionó por encima de él. Lamió sus dedos de forma generosa, e introdujo uno dentro de Messi sin previo aviso, lo que hizo que este diera un pequeño gemido de sorpresa. Luego, comenzó a besar sus muslos mientras le susurraba:

- Podes decirme 'Memo', piernas sexys.

Al cabo de unos minutos llenos de suspiros por parte del argentino, memo introdujo otro dedo, y luego otro, y otro. Hasta que finalmente se sintió cómodo con lo estirado que estaba Messi para poder empezar la verdadera acción.

Se colocó de rodillas en las piernas abiertas del argentino y usó su mano para colocar la punta en la posición deseada. Comenzó a descender sobre él al mismo tiempo que presionaba su cadera para entrar lentamente. Podía escuchar la respiración de Messi volverse rápida, por lo que usó sus manos para acariciar su rostro, tranquilizándolo.

Por la diferencia de tamaños, Memo tuvo que encorvarse para poder plantar un beso en sus labios, al tiempo que empezaba con suaves movimientos pélvicos. El ritmo fue lento en un inicio, ya que no quería lastimar al argentino, pero aceleró cuando se dio cuenta que no solo podía soportarlo, sino que también movía sus caderas pidiendo más.

Una noche y nada másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora