Las historias de amor son hermosas, sobre todo cuando tienen un final feliz.
Samantha, una chica de 17 años, está completamente enamorada de un compañero de su clase, Iván. Él era alto, de pelo negro y con ojos color zafiro, a Samantha le encantaba eso. A veces cruzaban miradas en clase, lo que a ella la ponía bastante nerviosa a tal punto de ponerse toda su cara roja. Llevaba enamorada de él desde la primera vez que lo vio, esta había decidido declarar le sus sentimientos antes de que el curso se terminara, pero no era capaz, la idea de tener que hablar con él la hacía temblar de los nervios. Sus amigas la animaban, pero era simplemente incapaz...
Estaban en clase de historia, dando la segunda guerra mundial, pero antes de que la clase finalizara la profesora propuso de hacer un trabajo en parejas. Estaba nombrando las parejas, una de ellas era Samantha e Iván, esta no se lo podía creer. Hacer un trabajo con el chico que le gusta no entraba en sus planes, en su mente agradecía a la profesora. Al tocar la campana del descanso, Samantha empezó a recoger sus cosas, pero un pequeño golpe en el brazo la hizo detenerse y mirar hacia esa dirección viéndole a él.
Empezó a notar como su cara se ponía roja. —¿Te gustaría hacer el trabajo en mi casa?— Pregunto Iván, Samantha solo pudo asentir ante la pregunta ya que no era capaz de formar ninguna palabra.
. . .
Se encontraban en la habitación de Iván buscando información para el trabajo, tenían algunas ideas de cómo podían empezar, pero ninguna les convencía del todo. Siguieron buscando durante unos minutos, pero ya se estaban cansando hasta que Samantha dijo la primera palabra de todo el día.
—Esto es una mierda— Comento ya desesperada, esto provocó que Iván soltara una pequeña risa que llamó la atención de ella. Nunca había escuchado su risa y le pareció el sonido más bonito del mundo, esta le regaló una de sus mejores sonrisas. Por unos segundos se olvidó que estaba en frente del chico que le gustaba.
—Tienes razón, preferiría estar jugando vídeo juegos o tocando piano ahora mismo—
—¿Tocas piano?— Hablo curiosa Samantha, él solo asintió con una tímida sonrisa.
—No suelo decirlo en alto, ya que mis amigos se burlan de eso.
—Bueno... Yo también toco piano y violín— Contestó con una gran sonrisa. Esto les dio valor a los dos para hablar más tranquilamente, no volvieron a tener ningún silencio incómodo en toda la tarde, y apenas y empezaron con el proyecto de historia de lo tanto que conversaron y rieron.
Toda aquella semana del proyecto les ayudó a conocerse más y más, dando se cuenta de que tienen más cosas en común de lo que esperaba. Pero el día del trabajo se acercaba cada vez más y ellos sabían que dejarían de verse en ese momento, no les gustaba la idea. Llegó aquel triste día de entregar el trabajo, ¿eso era lo que importaba no? Tal vez para el resto, pero para ellos era como una despedida ya que los dos sabían que no volverían a cruzar palabras o a decir alguna tonta broma que no le hace gracia a nadie, nada más que a ellos dos. Aprobaron con un sobresaliente, pero eso no les importaba para nada .
Ya pasaron tres meses desde la última vez que intercambiaron palabras, ahora se encuentran en la hora del descanso, Samantha está sentada en uno de los bancos del patio junto a su grupo de amigas, riendo y cuchicheando. Una voz reconocida las hizo callar en seco y mirar en la dirección de la voz.
—¿Iván, qué haces aquí?
—Quería entregarte esto— Estiro su mano hacia la chica entregándole un pequeño papel, al que esta recibió con duda. —Pensé que te gustaría venir.
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/|Mini cuentos|\
RandomEstas historias son mini cuentos, van a ser de todos los tipos. Espero que os gusten <3