Una Experiencia Paranormal

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Ahora sí, por cuarta vez, volvamos a la gota de sudor. Mierda, ya me había olvidado de ese extravagante don que tengo para distraer a la gente, no es mi intención, pero cuando quieras te cuento más.

La noche está apacible, ventosa y algo fresca, aunque el verano amortigua cualquier peligro para mi sensible cuerpo que apenas le soplan y ya se resfría.

Camino por la vereda sintiéndome el mejor, como si haber ido y aguantado un par de horas el gimnasio cambiara todo mi dolor interno y me ayudara a olvidarme de los sentimientos que me agobiaban todo el día, llenándome la cabeza con preguntas irracionales sobre que pudiera haber pasado si hubiera actuado diferente en mi relación.

Mis brazos duelen, pero no tanto como un corazón roto (lo de ser dramático es mi pasión), ni tampoco como los de esa señora que esta justo unos metros delante mío y se acaba de dar cuenta de que tendrá que limpiar lo que su perro hizo en la vereda de un negocio. Eso sí sería peor, y juro que hay cosas que realmente duelen.

Nada va fuera de lo normal. Me siento vacío, solamente vacío. Creí tanto tiempo que llenar mi hueco con alguien lo aliviaría pero la verdad es que creo que tengo que encontrarme a mi mismo para poder realmente ser feliz, aprender a gozar mi soledad como todos esos dichos de autoayuda de las redes sociales que nunca me sirvieron para nada, porque soy de esos que les entra algo por una oreja (o por los ojos) y les sale por el otro. No se como saldría de un ojo para otro pero en fin, no importa.

El trabajo consume mi tiempo. Comenzar a hacer algo que me gusta como el ejercicio y no haberlo hecho antes por estar conforme con mi ex-novio no es precisamente un orgullo para mí, pero quiero que esto continúe. Me descuidé a mi mismo por estar en una relación, y aunque no fuí obligado me arrepiento un poco de pensar que ese pilar duraría toda la vida.

Cuadras y cuadras, y logro observar al fin, después de tanta travesía mi casa. Allí en el clásico barrio de siempre. Compuesto por la agricultora, los humildes, los que fingen riqueza y te miran con la frente en alto y por supuesto, no podría faltar, la chismosa que siempre espera a que pase algo interesante para meter el hocico. No tengo nada en contra, considero que eso podría ser hasta un oficio.

Hablando de Roma, me está mirando la chismosa millonaria. La vecina de al lado nuevamente, si, es dos en uno. Ok Kevin, vamos de vuelta a la rutina. La visualizo sentada tomando un te en su hamaca casi paradisíaca mientras yo espero a pasar y que la riqueza personificada me diga algo.

¡Buenas noches vecino!.

La miro y su sonrisa de oreja a oreja me incomoda. Presiento a donde va esto.

Hola vecina, buenas noches.

Le encajo esas palabras mas vacías que la luna. Me sigue sonriendo de esa extraña manera.

Tendrías que llevar a revisar a tu perro, ha pasado ladrando toda la tarde, ¡tal vez algo quiere decir!.

Lo dice en un tono tan amable que creo que está siendo grosera.

Lucky es así. Siempre le ladra hasta a las moscas, le dejaré mas comida mañana.

Le sonrío, me mira a los ojos como queriéndome decir "Calla al perro o lo enveneno".

Pero sigo de largo, estoy demasiado cansado como para soportar a esta mujer, que a dos por tres me dice cosas con una gran sonrisa para amortiguar el peso, pero eso no funciona y menos con mi humor de hoy.

Extraño, llego a mi vereda y comienzo a entrar camino a la puerta de mi casa sin dejar de pasar desapercibida la luz en la casa de al lado. No tengo vecinos hace años, eran muy religiosos y afirmaban que las cosas en esa casa se movían. Trato de husmear a lo lejos en la ventana pero no hay movimiento. O se mudaron, o los fantasmas prenden luces. No sería alocado, despues de tantas películas de terror mi imaginación fluye como agua en río.

El Vecino De Al LadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora