Desde distintos puntos de Eorzea, la luz brilla con fuerza en una época de tinieblas gobernada por las guerras y la incertidumbre. Todas ellas, se reunirán en una sola organización por una misma razón: acabar con las desigualdades y todas aquellas s...
—¿¡Viste como tumbé a ese gigantón?! Mikes se llamaba, ¿no? —Gyges era su nombre. Y si, la verdad es que te has quedado a gusto. Tendrás que afilar tu hacha de nuevo después de esto. Creo que nunca te había visto golpear tanta roca. —Normal, es lo que tienen las minas. Lo mejor ha sido detonarlo todo con esa dinamita. ¡BUM! Nunca había destruido algo con explosivos. ¡Pienso repetir en algún momento! ¡Advertido quedas, Alderald!
Alderald asintió entre risas diciendo que "tomaba nota" ante los comentarios entusiastas de Togene.
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No hacía tanto que conoció a esta joven au ra pero, a pesar de su excesivamente desbordante energía y su carácter violento y decidido, era una buena chica y se trabajaba bastante bien con ella. De hecho, su trabajo como tanque del equipo lo cumplía a la perfección. Tal era así, que se habían bastado ellos dos solos para completar una incursión a unas minas y solucionar el problema que llevaba trayéndoles de cabeza a los mineros y al mismísimo Papashan desde hacía varios días.
Pensándolo bien, también sería buena idea que se planteara echarle un vistazo a su lanza cuando avisaran a Momodi de que el trabajo estaba hecho. Y a su armadura... A veces se le hacía mentira el largo camino que llevaba en el arte de la lanza. Tras sus años de estudio y aprendizaje en Gridania, había optado por continuar con su formación en Coerthas. Su intención era convertirse en dragoon y, de hecho, con ayuda de Alberic, su maestro, y el actual dragoon azúreo, Estinien, había visto sus habilidades y capacidades expandirse como nunca, llegando a ser capaz de hacer cosas que jamás hubiera imaginado poder hacer. Si le vieran ahora los del gremio de lanceros se quedarían de piedra... y Taro y Tsukito también.
Les echaba mucho de menos. Durante el tiempo que había estado en Gridania habían sido prácticamente su familia. No había tenido mucho tiempo para poder acercarse a Gridania después de marcharse. El entrenamiento, los diferentes trabajos... y eso que estaba bastante cerca de Coerthas... más o menos.
Lo que sí había hecho era volver a Limsa Lominsa. Hacía ya bastante tiempo, pero aún recordaba el susto que le dió a su madre, Nherila cuando apareció con la armadura de dragoon, casco y todo incluido, y unos cuantos (bastantes) centímetros más que cuando se fue a Gridania. Hasta le lanzó una silla y Rhotsunn casi fue a echarle a empujones antes de que se consiguiera quitar el casco. Las risas y los lloros después de eso fueron épicos (risas por parte de Rhotsunn y lloros por parte de su madre). Al parecer, se parecía a su padre más de lo que les gustaría a todos y al haber aparecido con el casco y la armadura, por la figura, pensaron que se le había ocurrido volver después de abandonarles hace años.
Alderald apenas tenía unos 8 años cuando su padre, después de una fuerte bronca con su madre en la que hubo mucho más que palabras, decidió llevarse todo el dinero que había en casa y marcharse de allí. Desde ese día no supieron nada de ese borracho, pero esperaban fervientemente que no se le pasara por la cabeza aparecer de nuevo por la puerta.
Vinieron tiempos muy duros para ellos dos después de aquel día. Estaban sin un gil y la comida escaseaba, así que Nherila se vió obligada a pasar muchas horas en el mercado, intentando vender su producto a toda costa. Aún así, no parecía ser suficiente y el sacrificio de todas las horas invertidas no daba su correspondiente beneficio como para poder mantener a dos personas. Fue entonces cuando Rhotsunn, su mejor amiga y una hermana para ella, le propuso lo impensable.
