Narra Enid.
Un día más que ingresaba por la puerta principal de este conocido lugar, he estado frecuentado este lugar demasiadas veces en los últimos meses. Cada vez que entraba el reconocido olor ingresaba por mis fosas nasales y mi corazón recibía una nueva puñalada, mi corazón dolía cada vez que entraba y cada vez que salía del hospital.
Era muy doloroso ver al amor de tu vida postrado en una camilla, sabiendo que su vida terminará dentro de cualquier momento y yo no podía hacer nada. Todas las noches me acostaba en la gran cama que compartía con mi esposa, Wednesday, abrazaba su pijama y las lágrimas no tardaban en correr por mis mejillas, lloraba desconsoladamente hasta que mis ojos se cerraban solos y caía en un profundo y doloroso sueño.
Tenía que ser fuerte, no podía dejar que mi hermosa esposa me viera llorar. Ella sabía que yo era una persona sencible, pero si me veía hacerlo la destrozaría. Wednesday―o como me gustaba llamarla "Meloncita"-fue lo mejor que me pasó en la vida, la persona que más amé en la vida, la mujer de mis sueños, ella era mi todo. Ella fue mi primer beso, mi primera vez, mi primer amor, mi primera cita, fue mi primer todo y, el saber que en cualquier momento deje el mundo físico me destrozaba.
Al ingresar a la blanca habitación, la mujer más hermosa del mundo se encontraba sentada en la camilla, comiendo una gelatina de cafe, su favorita, mientras que me miraba sonriendo leve.
-Hola mi amor- dije abrazándola, escondiendo mi cara en su cuello haciendo que ella suelte una suave risa debido a las cosquillas.
-Hola hermosa- dijo mientras me abrazaba y con su mano izquierda dejaba caricias con su pulgar en mi cintura.
-¿Cómo has estado?- pregunté mirándola mientras le daba un beso en la frente, nariz y ambas mejillas haciendo que se ría.
-Más o menos- dijo ella apoyando la gelatina en la mesita que tenía al lado de la camilla.
-¿Qué a pasado?¿estás bien?- pregunté preocupada agarrando su rostro entre mis manos acariciando sus orejas.
-Mmmmm~- ronroneo, sabía que le gustaban las caricias en las orejas -si amor, todo está bien. Médicamente claro.
-No entendí- dije mirándola aún preocupada.
-Estoy bien solo, que la mujer de mi vida no me a dado ni un beso- dijo ella haciendo un puchero, haciendo que sonría y agarrara su labio entre mis dientes para después besarla.
-¿Mejor?- pregunté llegando una silla al lado de la camilla.
-Mucho, pero no te sientes ahí- dijo mi Moshi agarrando mi muñeca delicadamente antes de que me sentara.
-¿Dónde quieres que me siente?-levante una ceja mirándola.
-Aquí-dijo ella haciéndose a un costado.
-No Meloncita, no quiero molestarte-dije dejando mi bolso al lado de la camilla.
-No me molestas lobita, es que quiero mimos-dijo haciendo un puchero.
-Está bien-no podía negarle nada, era tan hermosa.
-Si-festejó haciendo que me ría.
Cuando subí a la camilla atraje su cuerpo hacia mí haciendo que su cabeza quedé sobre mis pechos.
-Esto es Gloria-dijo moviendo su cabeza, restregandose contra mis pechos.
-¿Sólo querías que me acueste contigo para tocarme los pechos?-pregunté acariciando su cabello negro.
-¿Puede..?-dijo ella haciéndose la desentendida.
Negué con la cabeza mientras reía.
-¿Cómo haz estado estos días amor?-preguntó mirándome desde mi pecho.
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