CAP 50 PERMÍTEME AMARTE

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Darían: Ah, si no te molesta, voy con ustedes. [Dijo ella con rapidez, y Mae vuelve a negar].

Mae: No, yo la llevo, Porfavor. [Dijo ella suplicándole, le da una mirada hacia un costado, Darian sigue la mirada y nota que ahí estaba Libardo, el amigo de Mae, y Darian soltó un suspiro].

Darían: Si, está bien. [Dijo ella, y Mae tomo a Sofía de la mano y salieron corriendo de ahí, dejando a Jean y a Darían solos].

Jean la mira de vez en cuando, pero su nerviosismo no lo deja hablar, sentía un nudo en la garganta que no podía bajar y parecía que su memoria se borraba, porque aquel discursos de disculpas que venía planeando desde que subió al auto se había esfumado de su cabeza.

Jean: ¿Está rico tu helado? ¿Me dejarías probar? No suelen gustarme los sabores muy dulces, pero el tuyo se ve rico. [Dijo el, mirándola, ella había llevado la cuchara a su boca, la sostuvo entre sus dientes y extendió el vaso hacia él, Jean se pegó más a ella quedando muy juntos].

Cuando Jean estaba por tomar el vaso, le miró la boca, tenía esa pequeña cuchara de plástico, sin más, Jean dirige su mano a la cuchara y la saca de su boca con rapidez, cuando ella está por decir algo, Jean estampó sus labios contra los de ella.

Darían se quedó quieta, mientras Jean le besaba la boca con lentitud, él esperaba a que ella le correspondiera, que ella también le siguiera el beso, sus corazones debían estar latiendo a 100 kilómetros por hora.
Pero ella estaba tan confundida, tan impactada, que no pudo hacer nada Jean al no obtener ninguna respuesta, se aleja lentamente, al igual, en la banca donde estaban sentados.

Jean: Ah... Si, está rico, aunque le hace falta más fresa. [Dijo él un poco apenado].

Darían se encontraba quieta, con un poco de nervios y confundida, Jean lo hacía de nuevo, jugar con ella... Pero la había besado, aquí, donde todo el mundo pudo haberlo visto o más bien, donde todos los vieron, pero...
Ninguno decía nada, agachaban sus cabezas queriéndolas enterrar en el suelo.

Jean: Mira, los niños comenzara con los fuegos artificiales, ven. [Dijo el, antes de tomarle la mano y prácticamente arrastrarla hacia allá, le sujetaba la mano firmemente, no quería soltarla.
Parecía un adolescente nervioso, su mano sudaba y parecía temblar, sin dudarlo un segundo más, mueve su mano y entrelaza sus dedos con los de ella.

Darían baja su mirada a las manos unidas ¿Por que ahora sí? ¿Por qué tenía que empezar a demostrar su amor ahora? ¿Por qué tenían que pelearse para que él se diera cuenta de que la amaba... No era justo, no ahora cuando ella trataba de olvidarlo.

Jean: Ven, necesitamos hablar. [Dijo el está vez mirándola, buscando conectar su mirada, pero Darian tenía la cabeza agachada]

Nuevamente, ambos caminan a la banca donde estaba sentado, no se soltaron las manos ni un segundo, Jean trataba de tranquilizarse para poder hablar con ella.

Jean: Se que me odias, que en este momento me consideras el idiota más grande del mundo, que no merezco tú atención... Pero, aunque no la merezco, la necesito. Tenia miedo, no sabía como reaccionar, no quería darme cuenta de las cosas que en verdad sentía.
Yo también te amo, te amo y mucho, jamás creí sentirme tan cómodo con otra persona, mi corazón no había latido de está manera tan rápida jamás, hasta que llegaste a mi vida...
Se que no quieres perdonarme, dije cosas horribles, dije barbaridades, lastimé tus sentimientos y se que eso puede ser imperdonable...
Pero busco compasión y perdón, por favor, pido las disculpas que necesites, te ruego si crees que es necesario... Pero permíteme amarte. [Dijo el mirándola a los ojos, Darian siente su corazón latir con fuerza y las ganas de llorar parecen aterrizar en ella, no sabía como era que un chico peleará por ella, que él fuera el que rogara por su amor].

Jean lentamente se acercó a ella y comenzó a acercar su rostro, quería besarla, quería besarla y que ella le correspondiera, Jean la besó, iba lento y titubeante, besaba ambos labios tomándose el tiempo necesario, pero ella no correspondía, ni siquiera se movía.

Jean al instante lo supo, ella no quería corresponder a su amor y lo entendía perfectamente, ella había rogado y fue  rechazada, ahora pagaba con la misma moneda.

Él se alejó del beso y la miró, ella esquivó su mirada, suponía que no tenía idea de lo que acaba de pasar, Jean le suelta la mano y se aleja un poco.

Jean: Lamento esto... No voy a molestarte otra vez. yo iré a ver a las niñas, no las veo desde aquí. [Dijo el con un poco de decepción y se puso de pie para ir a ver a sus hermanas].

LA BARBIE Y EL CAMPESINO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora