Capítulo 1

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¡Holiii! Les traigo algo corto de 5 capítulos, lleno de fluff, enemies to lovers y mucha tensión jot. Este capítulo es re corto, pero los demás van a ser hasta largos diría yo.

Y sí, sé que tengo otros fics por terminar y estos días me puse a trabajar en ellos para ir subiendo lo que me falta, pero necesitaba meter algo divertido y sin tanto drama (spoiler alert, va a haber un poquito de drama, pero sólo un poquito). ¡Que disfruten!

Chifuyu es un chico apenas salido de la adolescencia que está aprendiendo a independizarse y que no le pide mucho a la vida, sólo lo esencial. Sacar buenas notas, acariciar gatitos, y un trabajo estable. Y que no lo jodan.

Cualquiera diría que puede arriesgarse y volverse más estricto con sus estándares, ya que "que no lo jodan" es lo mínimo que uno puede esperar, pero, al parecer, no lo es. De hecho, Chifuyu aprendió en esa semana que lleva viviendo en su nuevo hogar que sus peticiones rozan lo ambicioso. Y es ridículo, porque querer dormir por más de 4 horas sin que tu vecino te taladre cada noche los oídos con gemidos no debería ser un requisito tan extremo.

Y no es que Chifuyu sea un santo o tenga poca libido, pero su vida sexual es bastante vainilla y hasta el momento sólo lo hizo con su actual novio, por lo que escuchar gemidos (gritos) de hombres y mujeres diferentes cada noche le parece un poco fuerte.

Todavía no conoce al tipo (porque sí, asume que es un tipo dada la rudeza con la que parece tratar a sus compañeros sexuales) que se encarga de mantenerlo despierto hasta altas horas de la madrugada —no tuvo el placer, pero se da una idea de lo bruto y desubicado que ha de ser si tan poco le importa ser mínimamente cordial con el resto de los inquilinos del edificio.

Algo que sí conoce de él es su nombre. Baji. O cree que se trata de su denominación a juzgar por cómo repiten "Baji" los ejecutores de los incontables gemidos.

Otra cosa que puede conjeturar es que el tipo coge bien.

No que le importe, pero todo ha de decirse, lo bueno y lo malo, ¿no?

Y no, de verdad no le importa, porque lo que menos quiere es desaprovechar las pocas horas de sueño que tiene. Entre el estudio y el trabajo llega a casa cansado, tanto, que a veces ni quiere comer, sólo se quiere echar a dormir y esperar que los días pasen lo más rápido posible hasta que se reciba y pueda encontrar un trabajo digno que le pague bien y tenga algo de tiempo libre y...

...sí.

De momento se dedica a soñar. Despierto, ya que dormir parece no ser una opción demasiado viable.

La primera semana Chifuyu pensó que ese itinerario orquestado por diferentes voces iba a terminar pronto. Que la seguidilla de acción se debía a que el tipo andaba de vacaciones y estaba aprovechando todo el tiempo que tenía para liberar tensión. Pero después del primer mes escuchando la misma sinfonía dedujo que no, que eso iba a ser cosa de todos los días, y mudarse de nuevo no estaba en sus planes. Ni siquiera podría hacerlo ya que eso significaba contar con mucho dinero para cancelar el contrato de dos años, sin contar el papelerío.

Lo que Chifuyu decide, entonces, es tomar la decisión más adulta posible y dejar una nota en el piso de arriba.

Como no sabe cuál de las dos posibles puertas entre las ocho que hay por piso es la indicada, la nota la pega sobre el botón del elevador, cosa que sea imposible no verla.

          Señor Baji, algunos usamos la noche para dormir, por lo que le voy a pedir encarecidamente que les baje el volumen a sus sesiones de cardio porque ya se está volviendo algo insoportable. Atentamente, 2B.

Chifuyu se va conforme y esperando lo mejor. Ni piensa tanto si haber firmado con su número de apartamento haya sido la mejor idea, pero a esas alturas no le importan las consecuencias. Sus ojeras están demasiado marcadas y su ingesta de cafeína sobrepasa las medidas recomendadas para evitar ataques cardíacos a su corta edad. Así que, qué más puede pasar.

Continúa con su día y, después de una jornada aburrida y extenuante, en vez de ir a su apartamento va directo al tercer piso. Como esperaba, el papel no está más y baja conforme, con una sonrisa gracias a lo que considera una pequeña victoria ya que, que la nota ya no esté significa que alguien la tuvo que tomar. Y espera que ese alguien haya sido su blanco.

Pero la sonrisa la pierde ni bien enfoca la mirada en su puerta y ve dicha nota pegada sobre la mirilla. Con un agregado debajo del texto original, confirmando que, en efecto, la nota la tomó la persona indicada.

          Deves ser el unico que me escucha porque nunk nadie se quejó. supongo que az de pegar la oreja a tu techo si no no se explica. que pasa, te gusta escuchar a otros. eh 2B??

                         ;)

Lo que al principio lee con cara de desagrado debido a la letra de nene de kindergarten y a la horrorosa ortografía, al final lo pasa a leer con furia y vergüenza. ¿Cómo se atreve a sugerir lo que sugirió? ¿Cómo se atreve a exponerlo de semejante manera pegando la nota en su puerta? ¿Qué van a pensar los vecinos de él? ¿Qué va a-

—¿2B? —escucha una voz detrás de él. Una voz grave y con un dejo de burla e incredulidad. Se da vuelta y no hace falta que se ponga a pensar quién es que lo llama. Lo imagina. Lo sabe.

Lo que no imagina, sin embargo, es la pinta del tipo. Con su pelo largo brillante y ropa oscura. Y con una cara que, tranquilamente, podría haber sido esculpida por alguna deidad. Y, al parecer, el tipo también tenía otra idea de cómo podía llegar a lucir Chifuyu.

—Vaya. Te imaginaba muy distinto, pero veo que tan sólo eres un gatito enojado.

Chifuyu puede tolerar los gemidos (no), puede tolerar la respuesta irónica a su nota (tampoco), pero definitivamente no piensa tolerar que lo humillen cara a cara diciéndole gatito enojado. Por más intimidante que se vea ese greñudo.

—Asumo que tú eres el insoportable de arriba que no conoce sobre respeto y decencia humana.

El tipo, Baji, tiene el descaro de sonreír, y Chifuyu llega a ver dos colmillos para nada propios de un humano. Es más, hasta le sienta la onda de vampiro que tiene, todo vestido de negro, con borcegos y hasta una cadena. Chifuyu se burlaría de su aspecto edgy de no ser por la respuesta que recibe.

—Así es. Y por si necesitas algo de esa falta de respeto y decencia, mi apartamento es el 3A.

Sin darle tiempo a pestañear siquiera ante tal sugerencia, Baji se da media vuelta dejándolo solo y con mil palabrotas en la boca.

Esa noche Chifuyu no escucha gemidos, pero por una razón que se empeña a negar, tampoco consigue dormir.

El vecino de arriba - BajifuyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora