19

79 3 0
                                    



-¿Y papá?

-A mí me parece que vos te acordás de algunas cosas...

-No, en serio. Tengo ideas... pero nada más...

-¿Qué ideas tenés?

-Que lo extrañaba. Bah, lo extraño...

-Es que vos y tu papá se llevaban muy bien.
Eran recompinches. Yo era la mala. Conmigo te peleabas un montón, ¡más que ahora! Con él, sólo mimos.

-...

-¡Claro que lo extrañabas! ¡Y yo también! ¡Lo extrañábamos a lo loco!

-...

-Me preguntabas mucho cuándo iba a volver. Estabas convencida de que se había perdido con la bici.

-¿Sí?

-Totalmente. Tanto que decidí decirte que había muerto... Me pareció que era lo mejor, como para que no lo esperaras más. De última, si aparecía, íbamos a ser dos para explicarte mi error. Y los tres íbamos a estar muy felices.

-...

-Vos lo entendiste. Al menos eso pareció. Y te dije que no lo podías ver pero le podías hablar al cielo.

-¿Y le hablaba?

-Todas las noches.

-...

Igual que ahora.

Pero ni loca le cuento eso a nadie.

-¿Listo?

-¡NO! Contáme de cuando nos vinimos a Buenos Aires...

-Bueno. Ya que estamos, voy a confesarte, ahora que sos grande, que los primeros seis meses estuviste in-so-por-ta-ble.
¡Todos los días hacías algo para pelearte conmigo!

-¡Es que yo no quería vivir acá!

-¡Aaah! ¡De eso sí te acordás!

-...

-Después fuiste aflojando y cuando encontramos a Pamina casi, casi me perdonaste. Te podría decir que hasta me hacías chistes de vez en cuando...

-¡Pobre Pamina!

-Una gata santa... ¿te acordás cuando le enseñaste a abrir las puertas?

-¡Sí!

-Divina, Pamina. Me ayudó a que vivieras un poquito más contenta en Buenos Aires...

-¿Y cuándo te secuestraron a vos?

-¡Nos secuestraron, hija! A vos sólo unas horitas, por suerte...

-Bueno... nos secuestraron.

-Después del mundial del '78. ¡Esa farsa! ¡Qué vergüenza!

-¿Era de día?

-¡Pleno mediodía! Es más, estábamos comiendo canelones. ¡Desde ese día que me cuesta muchísimo almorzar canelones!

-¿Mediodía?

-Sí. Primero tocaron el timbre, pero yo ni llegué a la puerta cuando siete tipos, algunos de uniforme y otros de civil entraron con toda la violencia posible. Nosotras gritamos. Me zamarrearon. A vos también. Intentaron separarnos. Y me puse como loca.

-...

-Tanto grité que te soltaron y te viniste detrás de mí. Yo temblaba como una hoja y vos también.

-...

-Les pedí que te dejaran con unos tíos. Por suerte los hermanos de tus abuelos están desparramados por todo el país y todos nos ayudaron.

-...

-¿No te acordás?

-Nada.

-Los militares me obligaron a decirte que me iba a ir con ellos a hacer unos trámites y que te iba a dejar con esos tíos. Vos no querías saber nada y uno de los hombres, para hacerse el simpático, te dijo que eligieras algo especial para llevarte.

-¿Y yo que dije?

-¡Que querías llevarte a la gata! ¡Las caras que pusieron! Ahora te lo puedo contar en versión humorística, pero en el momento tenía tanto miedo que los veía perseguir a Pamina como quien mira una película de terror...

-¿Y la atraparon?

-Sí. La persiguieron hasta la terraza, pero la atraparon y te la dieron.



-...

-Y después te dejamos en lo de los tíos esos y me despedí rogando volver a verte.

-¿Y yo?

-Y vos... Al día siguiente te vinieron a buscar tus abuelos y se fueron todos a Bahía. Y ahí te quedaste hasta que me soltaron.

-¿Y allá que hice?

-Eso tendrías que preguntárselo a tus abuelos...
Lo que ellos me contaron es que hablaste mucho con la abuelita y con tu tío Pancho. Jugaste con tus primos... No sé...

-Te extrañé...

-Sí. Tenías miedo de que me muriera. Se lo dijiste a todos. Y no les creías cuando te decían que no, que yo iba a volver.

-No me acuerdo.

-Bueno, hijita. Es lógico que no te acuerdes. Bah, yo también borré unas cuantas cosas de mi memoria.

-¿Y por qué siempre me preguntás si me acuerdo de las cosas?

-Porque, por el tono de tus preguntas, pareciera que estás esperando una respuesta que ya sabés... ¿Me entendés? Como si preguntaras sólo para ratificar lo que tenés en la cabeza...

-Ah... pero no me acuerdo en serio...

-Bueno. Entonces no voy a insistir con eso. ¿Te quedó algo más en el tintero?

-¡Muchas cosas!

-Me imaginé. No sé por qué... Si te parece, podemos seguir otro día.

-¿Otra entrevista?

-Como quieras, hija.

-Bueno... Lo voy a pensar. Pero creo que sí... Más adelante...

El Mar y la SerpienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora