«Todos los créditos de la imágen a su legítimo autor.»
Draco desearía decir que había tomado todo con fría calma y un autocontrol que los alfas de su casa le habían envidiado siempre; sin embargo, nadie lo había preparado para eso.
Harry Potter ingresando al Gran Comedor como su omega.
Parecía casi presumido y algo en su interior le decía que eso era lo que el omega sentía en ese momento, caminaba con una seguridad que solo le había visto cuando volaba, como si estuviera totalmente seguro de lo que hacía en ese momento.
Potter estaba usando todo lo que él le había obsequiado, el uniforme del colegio hecho a medida pero con el contraste de los materiales haciéndolo destacar, telas finas de algodón egipcio y pantalones entallados que resaltaban las caderas que se habían anchado ligeramente cuando se había presentado; los bordados e hilos estaban hechos nuevamente de plata y oro, los zapatos de piel de dragón, cómodos y seguros.
Sus ojos, verdes como las más preciosas esmeraldas eran enmarcados por unos lentes de marco delgado y dorado, armonizando su bonito rostro.
Pero, lo que resaltaba era otra cosa. Su corbata, escarlata y dorada estaba floja, mucho más abajo de lo que debería, con la elegante camisa blanca desabotonada en la parte superior. Y allí, en su cuello, el emblema de la Familia Malfoy se presentaba en todo su esplendor.
Le estaba confirmando a todos que él era omega, y que era el omega de Draco Malfoy.
— Por Circe, Draco, contrólate. — El reclamo de Theodore fue ignorado, estaba ocupado viendo a su omega sonreírle desde la mesa de Gryffindor, con Granger y Weasley a sus flancos que respondían preguntas nada discretas por él.
— Draco, estás apestando toda la mesa. — Le llamó esta vez Blaise, dándole con su codo en las costillas; se quejó de inmediato, devolviéndole el golpe con saña.
— Déjenme ser feliz, por los dioses. — Apuñaló su avena como si de verdad estuviera molesto. Merlín, era un idiota, desde hace una semana no podía molestarse de verdad. Su alfa y veela demasiado drogados con la satisfacción de ser aceptado por su omega; de nuevo, su pecho expandiéndose orgulloso porque ese mismo omega lo estaba presumiendo ante todos.
Fue en el tercer periodo de clases que pudo alcanzarlo, Harry Potter estaba jugando con él, lo sabía. Esas sonrisas y el cómo acariciaba su emblema familiar mientras lo miraba no era algo normal.
— ¿Malfoy? ¿es una costumbre de sangre puras tomar a sus omegas así en los pasillos? — En otro momento Draco se reiría, comentaría algo sobre lo descarado que su nueva condición de omega parecía haberlo transformado e incluso le exigiría que pronunciara su nombre.
Pero él, su maldito omega, se había llamado suyo. Un sonido nació en su pecho, mientras presionaba el cuerpo menudo contra una de las paredes de piedra del pasillo vacío más cercano al aula de Transformaciones.
— ¿Lo disfrutas, omega? ¿te gusta verme así? — Se cernió sobre él, cubriéndole con su cuerpo mientras le reclamaba en voz baja.
— ¿Así cómo, alfa? — La falsa inocencia en su voz le hizo sonreír, observando atentamente los ojos verdes, pequeñas motas doradas estaban exparcidas en el iris de los ojos del omega y Draco pudo comprender, Potter no estaba reprimiendo sus instintos, es más, podría apostar que ahora hablaba con su parte más primitiva.
— No juegues conmigo, omega. — Le advirtió mientras se inclinaba un poco más sobre el pequeño cuerpo. Aspiró el aroma a manzanas y miel, su nariz rozando el cabello oscuro y la tibia piel de su sien, allí donde el olor era más fuerte.
Sintió las manos del pelinegro apoyarse en su pecho e instintivamente tomó sus caderas, sus pulgares presionando ese delicado hueso que sobresalía a cada lado; descendió su exploración por el costado derecho de su rostro, acariciando con su nariz la tersa mejilla, su mandíbula, la pequeña parte de piel que el collar dejaba al descubierto.
— Quítalo. — Pidió en un susurro, el collar había formado un escudo de magia tibia al rededor del cuello de Potter, protegiéndolo.
— Aún no... — Escuchó el murmullo quebradizo al mismo tiempo que la piel de su omega se erizaba cuando respiró un poco más fuerte sobre la zona donde estaría la glándula de olor; Potter ladeó el rostro dándole más acceso y Draco solo pudo conformarse con rozar una y otra vez sus colmillos afilados contra el escudo de magia.
Un gemido fue su recompensa y solo allí pudo reunir fuerzas para detenerse, separándose unos centímetros; su omega era hermoso, tenía las mejillas teñidas de rojo, sus ojos casi negros por sus pupilas dilatadas y los labios entreabiertos.
— Iremos a una cita, Harry. —
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Un capítulo más, gracias por las personitas que leen y me dejan su comentario, es una motivación grandísima.💚
¿Y? ¿Creen que Draco aguantará mucho más para marcar a Harry?
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Fragmentos de una vida de recuerdos.
FanficDraco Malfoy siempre supo lo que sería, su parte veela siendo una parte dominante en él así como su condición de Alfa Prime, tan dominante, posesivo, poderoso y peligroso como solo él podía serlo. Pero también, siempre supo que ese pequeño y menudo...