🧩Pieza cero: Parcheta na masata🧩

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"Para construir un rompecabezas es necesario tener una buena mesa. Para destruir piezas hace falta tener una buena estrategia"

Alex.

Las piezas son ruidosas, pero los rompecabezas lo son más.

Esa es la conclusión a la que llego observando a través de la ventana del auto. Todos se ven entusiasmados, caminando de aquí para allá, con papeles en las manos que creo que son toda la información sobre sus clases. Observar con quienes conviviré el resto del año no es precisamente la mejor estrategia, pero me pone más consciente de que al fin estoy en un rompecabezas nuevo que me muero por construir. Inconscientemente una sonrisa decora mi rostro. No puedo esperar a ver quiénes serán mi obstáculo para analizar cada detalle para derribarlos. ¿Qué puedo decir? No me gusta que las cosas no vayan como deben ir. En esos casos siempre hay medidas y soluciones.

—Señorita Alex.

Veo a Fakrya, mi chofer. Para cualquiera el que una chica sonría al ver tantas "piezas" para construir podría ser perturbador, ¿me importa? Por supuesto que no. En el caso de ella le es divertido verme tan ensimismada.

—Perdona —acomodo mis guantes de seda celeste que contrastan con mi piel oscura—, estaba pensando.

—Ya lo veo. Última oportunidad para que se arrepienta y vaya a una academia regular.

Sonrío ante su ultimátum. Ella sabe cómo soy y yo nunca me doy para atrás en nada. Esa pregunta viene de alguien más.

—Sabes cual es mi respuesta. Transmítela también a la persona de quién es en realidad tu pregunta.

Reprime una risa sabiendo de quien hablo.

—No puede culparlo. Su padre va a entrar en crisis cuando no esté.

—Para eso estas tú —me aliso el chaleco del uniforme, antes de abrir la puerta y le echo una última mirada—. Por favor, cuida que no haga una locura y dile que estaré molestando en su digna casa antes de lo que se espera.

—De acuerdo —asiente y me empiezo a bajar—. Señorita.

Me detengo ante su llamada, expectante a lo que me dirá.

—Sé que no lo necesita, pero —se apena, pero toma determinación nuevamente—, le deseo suerte. Se que arrasará con todos. Hará mucha falta en la mansión.

—Muchas gracias, Fakrya, aunque me cueste admitirlo también me hara falta estar por allá. Ten suerte, tú también la vas a necesitar con tú sabes quién.

Ríe y se despide con la mano mientras cierro la puerta del auto. Inmediatamente comienza su curso alejándose de la academia dejándome sola en la acera.

Volteo acomodando la correa de mi bolso de lado y observo la magnífica construcción que se alza ante mí. Es un castillo antiguo gigante de mármol, se nota por la elegancia y exquisitez que usaban hace un siglo o dos para construir hasta los edificios más sencillos.

Comienzo a caminar observando toda la magnitud de la academia. Qué bueno que mandé mi equipaje un día antes, sino tendría que cargarlo hasta arriba lo cual por lo enorme que es este castillo me habría tomado unas cuantas horas y no gracias, ya hago suficiente ejercicio por mi cuenta como para joderme los brazos el primer día en la academia.

Por el rabillo del ojo veo unos pilares. Me doy cuenta de que en la parte de arriba de estas hay unas estatuas pequeñas de piedra de criaturas griegas mitológicas, cinco de hecho. Soy una amante de la mitología griega así que sería terrible de mi parte no reconocer a quienes representan. Son Medusa, Pegaso, La Esfinge, Cerbero y en el medio está en todo su esplendor el Fénix.

Rivalex: La última pieza [Pausado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora